Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
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jueves, 13 de octubre de 2011

CAPÍTULO 43: EL CARCELERO

-Estupendo, ¡estupendo! Primero teníamos al Príncipe de los gatos a nuestra merced y perdemos la ocasión de matarlo. ¡Y ahora! Encerrados aquí -el chico se mesaba el pelo frenéticamente, en un gesto asustado. Tenía los ojos tan abiertos que parecía que se le fueran a salir. Su compañero de celda parecía aburrido de escucharlo; se había dejado caer, apoyado contra la pared, y se había escurrido poco a poco hasta acabar sentado en el suelo.
-¿Y el Rey? ¿Qué habrá sido del Rey?
-Cállate de una vez, Terse.
-¿Crees que nos sacarán de aquí? ¿Nos sacarán? Oh, dioses. ¡Toda mi vida cuidando hasta el mínimo detalle y me han capturado en mi propia casa! ¿Cómo han llegado los Paladines a dar con nosotros?
-Estaban buscando a la chiquita pelirroja. Es la novia de uno de ellos.
-¿La furcia pelirroja? Creí que estaba con el Príncipe de los Gatos. ¿Con cuántos está a la vez?
-Y qué se yo. El tipo de la espada oscura también quería llevársela.
-¿El que luchó contra Karoth?
-Sí, y lo mantuvo a raya.
-Oh, dios mío. ¿Y si se une a los Gatos? Valiant Cross ya no sería nuestro único enemigo a temer, ese tipo es bueno. Estamos muertos. Muertos. Quiero salir de aquí -se tiró del cabello con fuerza y su compañero aprovechó que pasaba cerca para lanzarle una patada contra el tobillo.
-Cállate, joder. Es una puta mierda, tenemos el agua hasta el cuello. Pero Valiant Cross y el tipo raro aquél también están encerrados, ¿no? Aún tenemos una oportunidad de salir de esta.
-¿Qué vamos a hacer, Turian? ¿Qué haremos?

Allain tenía los ojos fijos en la diminuta gota de agua. Temblaba levemente en lo alto del techo, escurriéndose lenta pero decidida por entre los quicios de la roca desgastada por la humedad. Al final volvió a caer, goteando sobre el charco que se había formado en el suelo, y una nueva gota ocupó su lugar. Fuera tronaba.
La lluvia arreciaba desde hacía horas; el viento se había levantado con la tempestad y más allá de los muros de la celda se oían sus silbidos. Valiant seguía palpando la pared.
-¿Por qué no lo dejas ya, "Príncipe"?
-Todos los muros tienen una piedra maestra...
-Cuando la encuentres, no te servirá de nada; así que relájate.
-No puedo relajarme. No así -suspiró, fastidiado, y se sentó apoyando la espalda en la pared de enfrente a la que ocupaba Elric. Le lanzó una mirada larga y arrugó el morro, con el flequillo aun húmedo sobre los ojos. -Por un momento pensé que las cosas podían salir bien.
-¿De veras pensabas darle la calle principal a los Cuervos?
-Sí.
-¿Qué habría opinado Magda al respecto?
-Lo habría encontrado brillante, supongo.
-No lo entiendo -admitió Allain. Estaba claro que debía pasar algún dato por alto, y exigía saber cuál era. Valiant era lo bastante listo para captar a lo que se refería el mercenario.
-Gremmet Founder, al que llaman Rey, es el hijo de Burt Founder -los ojos de Allain se estrecharon. Aquél nombre le hizo recordar viejos momentos de servicio para el Círculo, e, irremediablemente, a Fargant. -Si supusiéramos que el Círculo puede parecerse a la tela de una araña, en cuyo centro hay un cerebro que maneja los hilos de los extremos, creo que resultaría conveniente cortar esos hilos primero y aislar al cerebro.
-Es decir, empezar por matar a los sicarios -lo escuchaba con atención, pero con la actitud divertida de un profesor que examina el trabajo de un alumno aventajado.
-Exacto -el encogió las piernas y dibujó sobre una de sus rodillas un círculo imaginario con su dedo, una y otra vez. -Intentar acercarse al cerebro como primer objetivo, o a alguno de sus Mester sería arriesgado, teniendo en cuenta el apoyo con el que contamos ahora... -lo miró de soslayo. -Sin embargo, la muerte de un rata de la calle, pasará a todas luces desapercibida. Son gente demasiado involucrada en el peligro para sospechar que se trate de una conspiración hasta que se hayan cortado varios hilos, y eso nos dará ventaja.
-Matar ratas de la calle no te dará ninguna ventaja sobre el Círculo. Los Mesters se bastarían solos para arrasaros.
-Cortaremos los hilos prudentemente. No estamos planeando un exterminio, sino un cambio de poderes.
Allain se incorporó levemente, buscando una posición más cómoda.
-De modo que quitaremos de enmedio a los blancos pertinentes para hacer presión y conseguir aliados...
-El miedo hace reaccionar a las personas. Cuando se huelan que hay una conspiración desde dentro del propio Círculo pero no sepan con certeza quién está en el ajo y quién no, Mesters, ratas o sicarios empezarán a recelar. Ese es el mejor momento de comprar favores. Cualquiera está deseando tener un bando y asegurarse una posición cuanto antes.
-Ciertamente, sí.
-El primer palo a tambalear es Burt Founder. No lo he elegido por nada en especial; pero tiene una influencia notable dentro del Círculo. Es meticuloso, cuidadoso en su vida diaria, no sería fácil acceder a él en condiciones normales.
-Pero... -Allain lo instó a terminar la frase.
-Pero si quitamos de enmedio a su hijo, tal vez consigamos buscarle las cosquillas lo suficiente para que cometa alguna estupidez. Y entonces será el primero de los hilos del Círculo en ser cortado.
-No sé si alguien como Burt puede apreciar en algo la vida de su propio hijo, pero si es así, es posible que se deje llevar por las emociones, como dices -reconoció Elric. Mierda, no llevaba el tabaco encima.
-La muerte de Gremmet ni siquiera resultará sospechosa. Después de todo, es el líder de una banda callejera que ha robado el dominio principal de una de las hermandades rivales. Es lógica una revancha inminente. -Allain sonrió ladeando los labios.
-Así que toda la treta de la calle principal era una excusa para encubrir la muerte del Rey. No está mal.
-Pero es probable que ahora la vigilancia se duplique en la base de los Cuervos. Se me ha jodido el trabajo- chistó por lo bajo, pero al mercenario le hizo gracia.
Antes de que pudiera alegar nada más, la figura del guardia se detuvo frente a la celda de los muchachos, portando una antorcha en lo alto y un manojo de llaves en la mano libre. Allain ignoraba a ciencia cierta el motivo por el cual los habían separado del resto de los presos, pero supuso que se habría tratado de una orden de Jace Adarkian en persona. Mientras el guardia sacaba la llave herrumbrosa que correspondía a la cerradura, otros tres hombres aparecieron tras él. El mercenario estrechó la mirada y trató de pensar con rapidez. Cuatro, iban armados. Él, por el contrario, llevaba el torso al desnudo, había sido despojado de todas sus armas. Eso incluía a Desdicha.
-Tú -apuntaron a Valiant con la hoja de una espada fina -poco afilada, según pudo apreciar Elric-. El muchacho se puso en pie, y dejó que lo ataran de nuevo por las muñecas mientras se preguntaba qué harían con él. Sin tener siquiera tiempo a reaccionar, los guardias sacaron las espadas. Luego uno de ellos lo golpeó con la empuñadura de bronce en la sien, y el muchacho cayó al suelo, inconsciente.

Cuando abrió los ojos, sintió que algo quemaba a la altura de su ojo izquierdo.
Era su propia sangre, caliente, discurriendo despacio desde la brecha abierta en su piel y yendo a parar en un diminuto reguero hasta su barbilla goteante. Parpadeó algunas veces, tratando de habituarse a la luz del candil, y entonces reparó en el hombre que había cerca de él. Lo observaba con impaciencia.
-¿Vas a terminar de despertarte, chico? ¿O tengo que arrancarte algo para que reacciones? -cogió con las manos unas enormes tenazas de hierro oscurecido por el tiempo. Valiant sintió que el pecho se le encogía. ¿Dónde estaba? Trató de incorporarse, pero estaba atado al duro camastro, que no resultó ser sino una plancha metálica y gruesa con correajes de cuero tachonado. Sus tobillos y muñecas apenas se desplazaron algunos centímetros del lugar en que estaban; no podía ser bueno.
-¿Qué es lo que quieres? -acabó por preguntar, con la voz rendida. El guardia rió.
-Ah, si tú supieras. Me encantaría irme a casa, almorzar un buen filete y echar un polvo a mi mujer. Pero mírame, estoy en un lugar en el que no me apetece; justo como tú.
Valiant apretó los dientes, y dejó la cabeza reposar en el camastro. Cerró los ojos y trató de serenarse, controlando su respiración. Pensó.
Sus Gatos sabían que estaba allí; irían a buscarlo, tarde o temprano. Sólo tenía que sobrevivir hasta entonces...
Aunque fuese con alguna extremidad de menos.


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By Rouge Rogue

2 comentarios:

  1. Más torturas no que me las imagino y me agobia... xD

    No me manques al rubio, joder!

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  2. Pobre Valiant... no estaba kamilla queriendo sacarlos? porque si a yara la han encerrado...
    Nana

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