Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
Si crees que pueden herir tu sensibilidad, por favor no continúes leyendo.
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martes, 13 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 25: VIDAS

Pony se escurrió sobre la espalda de Valiant y apoyó la mejilla en su hombro. Aquél hombro suave pero robusto que siempre le había gustado tanto...Sonrió ligeramente, como reconfortada por las penas del muchacho. Porque él sólo acudía a verla cuando algo lo atormentaba.
El resto de la taberna no existía para ninguno de los dos.
Valiant tenía la vista clavada en la mesa de madera; el licor de cebada de su vaso estaba a medio terminar. Por el contrario, el té dulce de la muchacha aún permanecía intacto, aunque se había enfriado.
-Anímate Valiant. Sabes que odio verte así... -susurró, melosa, cerca de su oído. Le hizo cosquillas, y él rió.
-Qué embustera. Te encanta verme así.
-Bueno, sí. Me has pillado. Te vuelves más...dócil...- el aliento de ella le erizó los pelos de la nuca. Luego la muchacha volvió a su sitio, frente a él, y empezó a beberse el té. De lo contrario habría derrochado tres cobres para nada.
-¿Qué es de tu hermana...? -el ratero dio un trago a su bebida. Pony chistó y meneó la larguísima melena, teñida de pelirrojo. El efecto sobre su piel oscura era un tanto exótico, pero no quedaba mal del todo. Aun así, a Valiant seguía dándole lástima que ella se hubiera cambiado el color del cabello en un intento burdo por parecerse a Yaraidell. Aquello no había despertado el más mínimo interés en él, por supuesto.
-Sigues teniendo muy mal gusto, Valiant. Serás un rata de primera, pero como hombre olvidas a menudo cuán fácil resulta herir el corazón de una mujer.
-Era mera curiosidad... -Trató de excusarse. Pony desvió la vista mientras daba un sorbo a su vaso, y clavaba los ojos al otro lado de la sala.
-Hablando de la reina de corazones. Ahí la tienes -hizo un gesto de desdén. Valiant se giró para ver entrar a la muchacha morena, preciosa. Los años la habían tratado bien; mejor de lo que acostumbraban a tratar a las mujeres que crecían en las calles. Desde que pudo valerse por sí misma sin tener que pagar tributos a los ratas más mayores a cambio de comida y un techo para dormir, Kamilla se había permitido lujos como ropa bonita y maquillaje. Parecía una fulana, como todas allí. Pero al menos, una con clase. Al verlos en la mesa de la esquina, la joven sonrió ladeando los labios sensualmente y se acercó caminando con garbo.
-Vaya, mira quién vuelve arrastrándose a las cloacas...
-La mierda va a la mierda, ¿eh?- bromeó el chico, y se apuró la jarra. Kamilla miró a su hermana pequeña y le sonrió fugazmente.
-Hola, Pony.
-Pricia -la corrigió la chica. Le disgustaba enormemente que la llamasen Pony; era un mote de mal gusto que le habían puesto los ratas cuando apenas era una niña. Hacía alusión a la gran mancha de nacimiento que le rodeaba el ojo derecho, y que se parecía a la de los caballos moteados. Con todo, aquél nombre horrible cobraba un cariz más insoportable en los labios de Kamilla, que lo revestía de una ternura fraternal que daba la impresión de estar perdonándole la vida.
-¿Haces algo esta noche, rubio?- la muchacha cogió una silla sin permiso y se sentó junto a Valiant, ignorando a su hermana. No llegó a tocarlo, sin embargo la distancia entre ambos era tan escasa, que Pony sintió que se crispaba.
-En realidad, no -concluyó el chico.
"Como hombre olvidas a menudo cuán fácil resulta herir el corazón de una mujer", se repitió Pricia en sus adentros, y perdió la vista por la ventana. Ya no tenían edad para comportarse como crías, peleándose por el chico guapo del barrio. Posiblemente, estaría enamorada de él por mucho tiempo; quizás toda la vida. Pero hacía mucho que había desistido de conseguir el corazón de Valiant. Ni siquiera Kamilla lo tenía.
Bueno, al menos ella había compartido su cama con él, que ya era mucho más de lo que Pony podría decir nunca. Parecía que el chico la viese como una hermana pequeña, pese a lo que se hubiera esforzado en cambiar para él.
-¿Te apetece que hagamos algo...? -Kamilla deslizó la mano de uñas rojas nacaradas por la pernera del pantalón del muchacho. -Tengo un par de clientes, pero los despacharé pronto.
Puta, por supuesto. Como la mayoría de las mujeres en los suburbios. Y las que no lo eran, se debía a que eran demasiado feas o demasiado tullidas para ejercer.
-Está bien, no tengo prisa -le concedió el joven. Luego miró a Pricia, que seguía con el interés perdido en las calles oscuras, a través del cristal de la ventana. -Pony, ¿quieres que salgamos por ahí?-
Ella lo miró a través del largo flequillo pelirrojo que trataba de disimular de algún modo lo acomplejada que se sentía con su cara, pero los ojos le brillaban de repente. ¿La estaba invitando a ir...?
-No sé, podríamos ir a cenar los tres. Creo que me he desconectado un poco de las calles en estos meses, seguro que tenéis mucho que contarme -comentó mientras suspiraba y rebuscaba en su bolsillo para pagar las consumiciones. Kamilla le sonrió con dulzura a Pricia. Verdaderamente, quería a su hermana, y pese a lo zorra y despiadada que pudiera llegar a ser en ocasiones, se alegraba de ver feliz a Pony.

-Señor Elric, ahí no... -la chica se carcajeó juguetonamente y correteó por el dormitorio como si esperase que él le diese caza. Allain sonrió y se lanzó tras ella. No tardó ni diez segundos en cogerla en brazos y arrastrarla a la cama mientras ella fingía resistirse. En realidad estaba encantada. Trabajar tantos años en una mansión tan grande y aburrida, con la única presencia masculina de los guardias, que por lo más, eran todos tan feos... Elric la recostó en la cama y se cernió sobre ella. Forcejeó, bromeando, hasta tenerla asida por las muñecas, y luego pegó la punta de la nariz a la de la chica.
-Ahora ya te tengo... -susurró. Ella se puso roja y apartó la mirada con una sonrisilla.
-Señor Elric... -musitó, y se revolvió levemente, abriendo las piernas para él. Parecía querer estrechar sus caderas un poco más contra las del hombre. Allain aflojó la presión que ejercía en las muñecas de la joven, y acabó por soltarla para discurrir las manos hacia sus pechos. Aun por encima del uniforme de sirvienta, notaba la suavidad de sus senos al estrecharlos. Perdió los labios hacia el cuello de la chica y comenzó a besarlo, despacio. Ella cerró los ojos y lanzó un suspiro al aire. Allain desabrochó lentamente los botones del vestido y buscó con las manos el contacto con su piel. Apretó su erección contra el cuerpo de la muchacha y comenzó a moverse sin prisas, hasta hacerla suspirar de nuevo.
-S-si la señora nos encuentra... -se quejó ella, ya sin fuerzas. Elric le selló los labios por un momento con los suyos, hundió su lengua en ella y la exploró con detenimiento. Luego se apartó ligeramente y le dio la vuelta para tumbarla bocabajo.
-¿Qué...? -la sirvienta se mordió el labio inferior, avergonzada. Allain recorrió con sus manos los muslos de ella, haciéndose eco de la suavidad de las medias que llevaba. Al llegar a su falda, la levantó despacio, dejando a la vista las recatadas braguitas blancas que estaban algo remetidas entre sus nalgas. La chica se ruborizó de nuevo, y se llevó una uña a la boca para mordisquearla, de tan nerviosa como estaba. Se encogió ligeramente, pero no dijo nada cuando el hombre cogió su ropa interior con delicadeza para bajarla poco a poco.
-¿De qué tienes miedo...?- le preguntó él, con voz suave.
-No tengo miedo, mi señor... -dijo en respuesta.
-Eres muy hermosa. Supongo que ya te lo habrán dicho mil veces... -la desprendió de las braguitas y las dejó caer al suelo. Luego recorrió con las manos sus redondeadas nalgas y las apretó entre los dedos. La joven gimió levemente.
-Alguna vez me lo han dicho, para qué le voy a mentir...- El mercenario sonrió. Se acomodó entre las piernas de ella y acercó su boca al cuerpo de la chica, hundiendo las narices contra ella. Olía de maravilla, en su plena juventud. Tan limpia y perfumada. Ella se encogió levemente, muerta de vergüenza.
-Estás muy tensa... ¿No te lo han comido nunca o que...? -comentó él antes de volver a perderse entre los pliegues de su piel. Abrió con las manos las nalgas, apartó sus labios y lamió largamente de una sola pasada todo su sexo. La sirvienta se estremeció, y gimió al aire.
-N-no señor. Mi novio era muy escueto en la cama...
-¿Tienes novio...? -volvió a lamerla.
-Tenía. Pero me vine a trabajar a la ciudad, y él se negaba a mantener la relación a distancia, ya ve usted. Qué tontería. Si para lo poco que follab... -se tapó la boca, avergonzada por casi decir aquella palabra, pero como Elric no la reprendió en absoluto, la conluyó. -...ábamos. Para lo poco que follábamos lo mismo le hubiera dado, pienso yo.
-¿Y después de tu novio...? -hizo un pequeño alto y luego continuó. La chica se mordió el labio y cerró los ojos, abandonándose a las sensaciones.
-Después...un amigo del padre de la señorita, el señor Eagleclaw. Venía a menudo y siempre me miraba y....ah... -gimió cuando él introdujo su lengua en su vagina. -Ah, dioses...ah -apretó las caderas contra él. Curvó la espalda, alzando su pelvis para exponer su sexo con más facilidad, dándole margen de trabajo. Allain se rió en sus adentros, y le estrujó las nalgas con las manos mientras las abría para chupar mejor.
-Un día estaba algo chispado y me obligó a hacer cosas que...pero... pero me puse muy cachonda. Me da mucha vergüenza admitirlo, pero me puse más cachonda con ese hombre cuarentón de lo que había estado nunca con mi novio de veinte.
-Te gustó... -era una pregunta a medio camino de la afirmación. La chica asintió con la cabeza repetidas veces, y se giró levemente para mirarlo. Él se había arrodillado de nuevo entre sus piernas, se limpió la boca con el dorso de la manga de su camisa, y se desabrochó el cinturón. -Eres una pequeña putilla -le dijo sin más. Ella se ruborizó intensamente.
-No señor, yo...
-Sí que lo eres... -se recostó sobre la sirvienta y posó su polla entre las nalgas de la joven, que gimió, sintiendo su coño húmedo contraerse ante la calidez del sexo de su amante.
-No lo soy, por los dioses -se cubrió la cara, avergonzada. Allain rió.
-Ahora lo veremos -le susurró al oído, y bajó con la mano la punta de su polla hacia la entrada al cuerpo de la muchacha. La mujer bufó, contrayéndose entera. Retraía las caderas tanto como podía, dejando abierta la entrada al placer para Elric. El hombre empujó con suavidad y entró deslizándose en ella, sin ningún tipo de problema.
Entonces gimió mucho más fuerte de lo que había hecho hasta entonces. Apretó las sábanas entre los dedos, y pataleó débilmente en el colchón como muestra de protesta silenciosa. ¿Dolía, o le gustaba? Era imposible discernirlo, pero no quería que se separase de ella.
-Estás chorreando, zorra -pegó su pecho a la espalda de la mujer y se aferró con fuerza a sus caderas para comenzar a empujar rítmicamente. La chica gimió más, y más alto.
-Sí, sí. Estoy muy mojada...ah -apenas lograba articular palabra entre suspiro y suspiro. Enseguida los jadeos de Elric se unieron a los de la joven, que intentaba mirar de reojo, sin alcanzar a ver demasiado. Lo suficiente. Los fornidos brazos del hombre, su pecho, el pantalón a medio muslo... Cuando el mercenario se apoyó sobre las manos para empujarla más deprisa, tuvo también a la vista los bien formados abdominales, su ombligo y aquella senda de vello que descendía hacia el pubis, coronando una polla fuerte y dura que la apuñalaba certeramente. Y su voz.
Era una voz hosca y ruda, pero a la vez suave. La voz de un hombre lo bastante mayor para haber tenido en su cama a decenas de mujeres, pero lo bastante joven para esperar albergar aún cientos de ellas. Algo en sus sentidos estaba trastocándose, y hacía calor. El torso de Elric brillaba, perlado de sudor. Eran demasiadas emociones inexplicables...y lo único de lo que tenía constancia era de la machacante presencia de su pene entrando y saliendo de ella. No podía soportarlo, se correría. La sirvienta se llevó la mano a su propio sexo y acarició rítmicamente su clítoris. Allain se arrodilló entonces y se sentó sobre sus propios pies, abriendo las rodillas para empujarla. El cambio de sensaciones la pilló de imprevisto, y abrió la boca sin poder articular sonido. El corazón le bombeaba deprisa. Ahora la polla del hombre no le llegaba desde arriba, sino desde atrás, topando directamente con la pared de su cuerpo de una forma deliciosamente distinta, y ya no se pudo aguantar.
-Ah, me corro. ¡Me corro! -dijo, casi como si suplicara que no parase. Allain se humedeció los labios y mantuvo el ritmo. Le dió una sonora palmada en el culo mientras la follaba.
-Córrete, puta. Vamos, quiero oírte gritar...Vamos, vamos -él apretó los dedos en las nalgas de la chica mientras ella se deshacía en gemidos. No pudo soportar escucharla disfrutar de aquella manera, era demasiado excitante, y acabó por correrse involuntariamente también. Se apretó contra ella, apurando al máximo las sensaciones, y gimió largamente. Apretó los dientes y los ojos, y al final, lanzó un suspiro al techo poco antes de derrumbarse sobre la mujer.
La chica lo contemplaba con un brillo de -¿amor?- admiración en los ojos. Le acarició el rostro suavemente y le sonrió con dulzura. Allain le respondió el gesto, pero volvió a cerrar los párpados, cansado.
-¿Mi señor Elric...?
-¿Sí...? -preguntó en un murmullo, sin mirarla.
-Me ha gustado ser vuestra puta. ¿Podemos repetirlo...?


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By Rouge Rogue

3 comentarios:

  1. Lol.... me ha gustado ser vuestra puta... O_O Kis con cada capitulo me dejas alucinada....

    Nana

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  2. Eh... que puedo decir... lol XD ajajajaja Me ha gustado ser vuestra puta... XD me da que esta a la proxima le cobra!! XD nah... acabaría degollada XD

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