Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
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lunes, 26 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 35: DESDE LAS ENTRAÑAS

El Círculo se distribuía por toda Kandalla con cinco bases principales situadas en Ascanor, Incipia, Artania, Bereth y Taverán. Las zonas libres colindaban directamente con alguna región en la que hubiese una base, de modo que en caso de necesidad, la gente de la Orden podía desplazarse en un corto lapso de tiempo. Además, sus influencias se extendían en todas las direcciones, como una maraña de dedos; eran las venas negras del país y regaban directamente con sangre todo territorio a su alcance. Todo eso lo sabía ya Allain, no necesitaba que el chico se lo contase.
También estaba al tanto de la situación de gobierno dentro del Círculo.
Problemas y más problemas.
Como siempre, solían ganar influencia los más acaudalados, lo cual era a todas luces una cruda ironía, pues la gente rica que gobernaba la Orden no conocía ni de lejos las miserias de los pobres a quienes decían representar. Pero así funcionaba el mundo, el dinero lo movía todo, y en el Círculo no se hacía excepción. Resultaba de una lógica aplastante que los costes de mantenimiento, instalaciones, armas y personal tenían que salir de algún lado, y ese lado eran los bolsillos de los más codiciosos. Los que no tenían suficiente con una mansión retirada, un palacete o unas tierras de labranza con doscientos campesinos a sus órdenes. Los hombres que movían el Círculo eran ambiciosos, y nada se interponía entre ellos y sus ansias de poder. Nada, excepto...
-Desde el asesinato de Vox, el Círculo se ha desmoronado ante la corrupción como un castillo de naipes -había dicho Valiant.
Ah, sí. Vox. Olvidaba que la gente de a pie le tenía bastante respeto a aquél tipo. Había sido el máximo dirigente del Círculo, uno de los hombres que lo habían fundado y le habían conferido una entidad. Se había alzado sobre la ciudad como una sombra y había movilizado a hombres y mujeres de las bajas clases a cambio de una promesa de futuro. Durante mucho tiempo, las calles fueron un imperio independiente dentro del gran reino de Kandalla, empujado por la mano de Vox. Pero eso se había acabado.
Años atrás, alguien lo había asesinado; y los oportunistas se habían arrojado sobre su fortuna y su poder como ratones hambrientos, hundiendo todo lo que había construído con sus manos en un pozo de inmundicia. Allain no había conocido a Vox en persona, pero en los días en que comenzó su adiestramiento con Synister, él aún estaba vivo.
-Y qué con eso -el hombre trató de arengar la conversación con desgana. Sí, era cierto. Desde que murió su anterior representante, el Círculo lo gobernaban verdaderos hijos de puta que pensaban más en lucrarse que en ayudar a los miembros de la Orden. Pero él estaba ya fuera de todo eso. Sencillamente, le daba igual.
-Vamos a cambiar la situación. Vamos a destituir al actual Vox y a alzar uno nuevo -soltó el pícaro, esperando una reacción de rechazo por parte del mercenario, pero él tan sólo levantó una ceja.
Luego rió por lo bajo.
-Que tengas suerte, chico. La vas a necesitar.
-La necesitaría, si no contase con tu talento.
-¿No me digas?
-Si no soy tan estúpido como parezco, creo haber comprendido que eres el mejor Mester vivo sobre la faz de Kandalla. Tú mataste al mismísimo Synister Owl. Su nombre y su fama te pertenecen ahora.
-Me vas a sacar los colores -comentó con una ironía rancia. Se quitó la chaqueta, dejando a la vista los musculosos brazos y los pectorales que se marcaban a través de la camiseta negra.
Kamilla no los pasó por alto.
-Pero nombre y fama no sirven para una mierda -lo acuchilló Valiant enseguida. Sabía que Elric no era de los que se deleitaban con las mieles de la fama, pero aun así, trató de herir su orgullo. -Por más que seas muy bueno... el mejor, ellos siguen siendo decenas. Decenas de mediocres hambrientos de poder. Si el Círculo no te ha encontrado aún es tan sólo porque confía en que el tiempo te hará recapacitar y volver arrastrándote como un perro abandonado. Porque saben que un asesino no sabe hacer otra cosa que matar. Que nunca conseguirás vivir en paz contigo mismo, ni con nadie.
Allain lo miraba intensamente a los ojos, con una mueca maliciosa surcando sus labios finos.
-Continúa, por favor. No había escuchado tantas tonterías juntas desde que mi madre me cantaba en la cuna -dijo, pero el chico no iba desencaminado. El único modo que había encontrado el Mester de vivir en sociedad era seguir matando. Fuera de la Orden no era lo mismo, pero la sangre llamaba a su espada, de todos modos.
-Si el Círculo se cansa de esperar, si su paciencia se agota y no has regresado por tí mismo, concluirán que no vales la pena, te convertirás en un problema. No se van a arriesgar a dejar libre a alguien como tú. Sabes demasiado. Eres un cabo suelto que hay que cortar sea como sea, y te cortarán. Tú lo dijiste; el Círculo no perdona.
-¿Y qué más te da...?
-No demasiado -Valiant resopló y su flequillo salió disparado. Allain se preguntaba dónde andaría aquél chico despistado y bobalicón que conoció en la taberna hacía poco más de un mes... El Valiant de ahora parecía completamente diferente. ¿Se ponía serio cuando trabajaba? ¿Había estado fingiendo, o tal vez algo lo había cambiado...? -Pero sé lo que me digo; te he visto luchar. Eres bueno, y tú lo sabes. Joder, no necesitas que yo te lo diga. Es posible que en su momento no quisieras volver al Círculo, y decidieras que la única salida que te quedaba era huír eternamente.
-O el suicidio -apuntilló el hombre. Sacó otro cigarro de la chaqueta y se lo ofreció a Kamilla. Ella le sonrió y lo cogió, gustosa.
-Pero las cosas han cambiado. Ahora tienes una nueva posibilidad. La posibilidad de hundirte en el pozo, coger lo que te pertenece y luchar para salir del barro.
-Me estás pidiendo que...
-Que te unas a mi causa. Juntos, haremos lo que no se puede conseguir por separado. Destrozaremos el Círculo desde dentro, nos lo comeremos empezando por las entrañas.
Sí señor.
Era fiero.
Arriesgado.
Sonaba puramente a suicidio.
Allain no pudo evitar sentir un hormigueo en el estómago; la clase de sensación que siempre lo ponía en sobrealerta cuando llegaba la hora de matar. ¿Derrocar el Círculo? ¿Hacerse con el poder? ¿Cambiar las cosas? Sí, era un suicidio. ¿No había dicho Allain justo un momento antes que el suicidio era la segunda opción...?
-Si lo conseguimos, no sólo habrás ganado tu libertad. Habrás ganado la de mucha otra gente que vive día a día con miedo porque no tienen la fuerza que tú y yo poseemos. Sacaremos de las sombras a muchos que tan sólo quieren volver a ver la luz del sol... -los ojos verdes del muchacho relampaguearon. Allain desplazó la mirada hacia Kamilla.
Ella lo observaba con la admiración dibujándole las facciones, y el mercenario no se pudo reprimir una sonrisa.
-No me des la brasa ahora, chico. Estoy cansado, ya no tengo ganas de hablar -zanjó el tema. Se puso en pie, pero el aura que desprendía era bastante relajada. Valiant supo que algo dentro del hombre se debatía consigo mismo. Tal vez necesitara un poco de tiempo... Y valdría la pena esperar.
-Estaré aquí mañana por la mañana -se despidió el muchacho, cuando él se dirigía hacia las escaleras de la posada. -Si no apareces, daré por hecho que no te interesa nuestra oferta.

Y ahora daba vueltas en el dormitorio.
Se había quitado la ropa, joder, se había quedado descalzo y en calzoncillos, pero aún seguía sintiendo ese calor. Esas cosquillas en los dedos de las manos. Algo le abrasaba en el pecho, y no quería pensar que eran esperanzas, la ilusión de un nuevo comienzo. Un golpe tan grande que no se recordara nada igual desde la muerte del primer Vox, vencer o morir. Cerró el puño y se mordió los nudillos. Pero, había alguna otra cosa que lo apuñalaba.
Cuando se acercó a mirar por el cristal de la ventana, en el reflejo, junto a su propia cara, estaba el rostro de Fargant.


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By Rouge Rogue

1 comentario:

  1. Una guerra civil en las alcantarillas XD esto cada vez es mas emocionante

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