Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
Si crees que pueden herir tu sensibilidad, por favor no continúes leyendo.
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jueves, 1 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 22: LA VUELTA DE TUERCA

Cuando pasó cerca del callejón oscuro, se detuvo a mirar a la pareja que follaba a un par de metros de él.
Tres, a lo sumo.
Un hombre de edad media y una fulana cualquiera, cuya cara ni siquiera alcanzaba a ver porque la tenía orientada hacia el interior de la calleja. La noche estaba oscura, tan oscura como acostumbraban a ser las noches cuando la luna se escondía tras una capa de nubes que amenazaban tormenta. El hombre gimió un par de veces. Allain se aburrió de su hacer y continuó caminando hacia la taberna.
Pasó por alto a los tipos que trapicheaban en la acera de enfrente, a las zorras que se exhibían en el porche mismo del establecimiento y a los chulos que mascaban tabaco, luciendo unos fornidos brazos tatuados que servían de advertencia silenciosa de su gilipollez mental.
Elric nunca pensaba dónde iba a estar al día siguiente.
Entró al interior con la cabeza vacía, para poder permitirse llenarla de toda la mierda que iba a encontrar dentro. El humo denso de los puros baratos y el tabaco amargo, el sonido de la pianola en algún lugar que no conseguía ubicar entre tanta gente. La peste a sudor y a licor destilado, remezclado con el perfume concentrado de las mujeres. Putas, todas, que no dejaban de chillar y reir descontroladas, y de incitar a los hombres a seguir bebiendo y follando. Ahora eso era todo lo que le importaba al Synister, y dibujó una mueca satisfecha mientras pedía que le sirvieran algo de whisky.
La muchacha deslizó sus manos por los fornidos hombros del mercenario, y él apenas le dedicó un gesto para que comprendiese que no tenía intención de estar con una mujer en ese momento. No al menos hasta acabar el whisky.
Ella se dio la vuelta, desinteresada, y se tiró a los brazos de algún otro que pasaba por allí.
La bebida era amarga, raspaba en la garganta y después quemaba, dejando la voz ronca. Le desagradó profundamente porque era la misma marca que solía beber su padre. Cuando se aburrió de no pensar en nada, de mirar a la mujer que era follada en aquél momento como premio a una partida de cartas, recostada en una mesa no muy lejos, y de beber, buscó con los ojos alguna fulana que estuviese libre. Sólo tuvo que acercarse a ella, cruzando la sala, y mirarla a los ojos. La joven le sonrió picaronamente y lo cogió de la mano para subirlo a los dormitorios.

Ella tenía pinta de pirata Irithí.
Por supuesto, Allain no hizo ninguna pregunta, porque la vida de la gente le traía bastante sin cuidado, pero con aquella capacidad que le caracterizaba trató de sonsacar algo de información de los pocos datos visibles que la chica le aportaba. La piel morena, probablemente sureña. El cabello tan oscuro, los ojos enormes y preciosos. Era muy guapa, pero pese a su hermoso cuerpo parecía mal alimentada. Al quitarse la camisa dejó a la vista del hombre sus preciosas tetas, de suaves curvas en forma de campana. Aquellos pezones oscuros, bastante grandes. Y siguiendo por la línea de su torso, un ombligo en el que lucía un pequeño brillante del que pendían varias cadenas finas, acabadas en piedras de colores. Allain suspiró complacido al verla, mientras se recostaba en el camastro. La habitación se encontraba en penumbras. A aquellas horas de la madrugada, la vela que iluminaba la mesita de noche estaba a medio consumir y no había ningún otro punto de luz. La muchacha se acercó caminando sinuosamente, y el mercenario la condujo sobre él. La sentó a horcajadas y recorrió sus muslos firmes con las manos. Despedía el aroma de largas horas de trabajo, levemente sofocado por algún intento de aseo rápido, pero a él le daba igual. Su pene estaba ya completamente firme y sólo tuvo que bajarse un poco el pantalón. Ella hizo el resto.
Cuando sintió la verga dura del hombre entrando en su cuerpo, la fulana gimió. Allain se humedeció los labios y se relajó sobre los almohadones mientras ella se movía despacio. La suave curva de la espalda de la mujer dibujaba una ola ondeante desde lo más alto hasta sus caderas. Se movía con la cadencia elegante de una serpiente, avanzaba la pelvis despacio y después la retraía, hundiendo en su coño el cuerpo de él. Se agarró las tetas con las manos, acariciándolas juguetonamente. Su mirada salvaje se ocultaba parcialmente tras los mechones despeinados de cabello sucio.
-¿Te gusta esto, guerrero?- dijo, con un sugestivo tono de voz sensual. Allain enarcó las cejas y le sonrió.
-¿Qué te hace pensar que soy un guerrero?
Ella se mordió el labio y se dejó caer hacia delante, pegando sus pechos al torso del hombre mientras se movía más deprisa.
-Algo, en el fondo de tus ojos. Soldado, asesino, aventurero... Todos sois guerreros de alguna guerra particular.
Allain cerró los ojos un momento.
Suspiró de placer y después la agarró por el cuello con fuerza, volteándola para dejarla tumbada bocarriba en la cama. La muchacha abrió los ojos como platos, apretó los dientes y trató de soltar las manos del hombre para respirar, sin conseguirlo.
-¿Me tomas por estúpido? Veamos, ¿dónde lo tienes...?-Buscó con la mirada por su piel.
La chica negó con fuerza y abrió la boca. Allain no dejó de empujar contra ella, cada vez con más fuerza, mientras esperaba una respuesta. Apartó con la mano el cabello de la mujer y encontró en su sien una cicatriz en forma de cruz.
-¿Y esto...? ¿Por qué mandan a una puta a hacer el trabajo de un verdugo? ¿Eh? ¿EH? -sentía la respiración ahogada de ella en las llemas de sus dedos. Alguna vena latiendo apresurada a través de la piel, intentando mantenerla con vida. Sus ojos llorosos. Buscó entonces entre su pelo y allí estaba, la aguja fina ensartada en el pequeño pasador a modo de horquilla. La extrajo con suavidad y se la mostró a la muchacha con gesto frívolo mientras ella se horrorizaba aún más. Allain aflojó la presión que ejercía en su cuello para dejarla respirar.
La joven tosió largamente, con el rostro amoratado.
Había perdido de golpe todo su encanto, ahora no era más que otro insecto dando patadas al aire por sobrevivir. ¿Por qué no morirían con algo de dignidad?
-No me mates. ¡No me mates por favor! No tengo nada contra tí, acepté hacerlo por dinero-lloraba, y su voz llegaba rota. Allain estaba de rodillas entre sus piernas. El llanto de la chica no significaba nada. Estaba a punto de correrse.
-Dame un nombre, y te dejaré vivir -cerró los ojos con fuerza. La fulana trató de pensar deprisa, sin resultado.
-N-no lo sé. De verdad que...-
El mercenario profirió un suspiro ahogado que acabó por romperse en un gemido de placer. La embistió salvajemente y se corrió en ella. Mientras lo hacía, la joven ni siquiera tuvo tiempo de ver venir su mano, tan rápida. La aguja se clavó en su cuello, sintió el leve pinchazo, después el escozor del veneno. Puso una mueca de asombro, no creyó que él...
-No me llaman Synister por nada, puta. La próxima vez, averigua para quién trabajas. Puede serte útil. -Salió de ella cuando terminó de escurrirse por completo, sorbió por la nariz y se abrochó el pantalón. La mujer se retorció un par de veces, presa de algunos espasmos, y luego quedó tendida bocarriba.
Allain no le dedicó especial atención mientras se lavaba las manos y cogía su chaqueta.
Se marchó de la habitación, pero antes apagó la vela, y cerró sin hacer ruido.

Yara cerró la puerta del dormitorio de un golpe, visiblemente enojada. Se cruzó de brazos y sólo dios sabía cuánto esfuerzo hacía para no darle una patada en la entrepierna por la vergüenza que la había hecho pasar. Allain la miraba distendidamente, sin coscarse ni un poco del asunto.
-¿Se puede saber dónde has pasado la noche? ¿Qué has estado haciendo?
-He ido de putas... -respondió. Se quitó la chaqueta y la lanzó hacia el sillón más cercano. Luego comenzó a deshacer los cordones de la camisa.
-¿De putas? ¡Se supone que eres mi prometido!
-No decías eso anoche cuando te pedí que tuviéramos sexo -resolvió, sin mirarla. Se sacó la camisa por arriba y la dejó caer al suelo. Se quitó los zapatos.
-¡Aceptaste este trabajo! ¡Aceptaste fingir que estábamos comprometidos! -la chica apretó los labios.
-¿Esque un hombre prometido no puede ir de putas...? -desabrochó su pantalón y lo dejó caer. Luego se dirigió al baño en ropa interior. Yara estaba tan molesta que lo siguió de todos modos, aunque aguardó en la puerta.
-¿Qué clase de prometido haría algo asi?
-Uno al que su prometida no sacia.
-Vaya presentación. En mitad del desayuno, te has plantado en la puerta de casa con esas pintas, apestando a perfume barato. ¡Les había dicho que estabas indispuesto en la cama! -El agua caliente levantó un vapor que empañó los espejos del baño mientras él se lavaba. Yara se atusó el pelo, reflejándose en el cristal. Odiaba que se le encrespara por la humedad.
-Ni que tus tíos fueran santos. Las mujeres son unas zorras, y sus maridos unos puteros. Apuesto a que tienen todos más cuernos que...
-¡Esa no es la cuestión!
-¿Has visto cómo me mira la hermana mayor de tu madre? La pelirroja, se me come con los ojos. Igual tendría que pasarme por su alcoba hoy...
-Haz eso, Allain-tonto-del-culo y romperé nuestro acuerdo.
-¿Prefieres ser soltera antes que tener un prometido infiel? -salió de la bañera, desnudo. Yara lo miró con todo el peso de su indignación, pero se le agolparon en la garganta algunos sentimientos difíciles de definir. Habría jurado que eran ganas de vomitar del asco que le tenía, pero apretó las piernas como si con eso pudiera evitar mojarse las bragas. Por qué estaría tan bueno... Encima se pavoneaba delante de ella con toda su caradura, exhibiéndose sin pudor. Claro que aquél cuerpo no era para avergonzarse... Frunció el ceño y recuperó su tono de enfadada mientras él se calzaba unos pantalones limpios.
-Nadie se creería que yo toleraría una infidelidad de ese tipo, y quiero que nuestro compromiso parezca real. Afianzado, estable, un compromiso duradero y que...
Allain no la dejó terminar. La asió por la muñeca y con un movimiento brusco la tumbó en la cama. Se subió a horcajadas sobre ella, apoyando las rodillas a ambos lados del cuerpo de la chica, y la sostuvo firmemente por los brazos. Tenía unas muñecas delicadas, las rodeaba sin esfuerzo con sus fuertes manos. La expresión de Yara pasó en un instante de la sorpresa a la vergüenza. Luego a la irritación.
-¿Qué ha...?
-Está bien- la cortó él. -Dejaré de bajar a la ciudad, pero tú tienes que cumplir conmigo - Yara se había quedado muda del asombro. Ah, ahora que no apestaba a bebida tenía un olor bastante agradable...- Cada día que pase y no hayamos follado, me iré de putas. Te doy la opción de elegir entre un prometido infiel, o uno bastante complaciente...
-Tú sueñas- dijo, sin más. No pudo articular otra cosa.
-¿Sabes qué? Creo que deberíamos empezar ahora mismo... -le sonrió con picardía. Saltó un poco en la cama, poniendo a prueba el colchón, que chirrió levemente. -Estupendo...me encantan las camas que hacen ruido... -comentó con tono de burla.
Luego acercó sus labios al cuello de Yara y lo besó largamente, haciéndola suspirar.


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By Rouge Rogue

2 comentarios:

  1. Eh... que puedo decir... lol XDDDDDD juer este tio solo piensa en el sexo? a no XD también piensa en dinero XD, sigue asi soy tu fan!!!!

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  2. jue.... por fin yara va a caer? y nos dejas en ascuas....

    nana

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