Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
Si crees que pueden herir tu sensibilidad, por favor no continúes leyendo.
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miércoles, 24 de agosto de 2011

CAPÍTULO 14: PURIFICACIÓN

-Por favor...Por favor, no. ¡No! ¡NO, ESO NO, POR DIOS!-
El grito del hombre fue tan desgarrador que Yara se tapó los oídos y se encogió sobre sí misma en una esquina de la celda. Deseaba hacerse pequeña; desaparecer. Ser invisible e incorpórea, poder atravesar aquellas frías paredes de piedra y salir al exterior, donde sin duda la luz del sol seguía brillando. El aire corriendo.
La hierba creciendo.
Allí dentro todo era tan sórdido y silencioso; los minutos parecían horas. Y las horas, una eternidad.
El alarido de dolor no sólo traspasó todas sus defensas y le taladró los oídos, sino que también desgarró su alma. Se extendió por todo el corredor de los calabozos como un ente maldito y le puso la piel de gallina.
El torturador dejó el hierro incandescente de nuevo sobre el carbón. Podría haberle sacado los dos ojos, en vez de uno. O podría haber usado un simple clavo oxidado para hacerlo. Pero no quería que se desangrase tan deprisa, y si no podía ver lo que le aguardaba a continuación, el juego perdía bastante de su gracia.
-¿Sabías que Spreach era uno de los miembros del consejo mayor de Los Testigos? ¿Eh? No...por supuesto que no lo sabías... -el hombre disfrutaba enormemente con aquello. Volvió a acercarse a la palanca de madera. La asió con fuerza con las dos manos. El torturado aún se lamentaba por el dolor insufrible de su ojo izquierdo, pero pronto se horrorizó al comprender las intenciones del otro. -De lo contrario no habrías osado follarte a su mujer -acertó a decir, y empujó la palanca. Comenzó a girar la rueda y las cuerdas se tensaron aún más. El mecanismo se replegó sobre sí mismo, y el camastro que sostenía pendiendo al hombre cerró las aspas en forma de cruz, tirando de sus brazos hacia atrás lentamente, produciéndole un terrible dolor. Hasta que al fin, se le desencajaron los hombros.
El hombre volvió a gritar. Esta vez no paró. Tan pronto tenía aliento volvía a soltarlo, sintiendo que por más que pretendiese volverlos a su sitio no podía moverse. Estaba firmemente sujeto. Un cubo de agua helada le cayó encima, y lo hizo tragar y toser.
-No te desmayes aún. No he hecho más que empezar contigo -se regodeó el torturador. Asió una maza de hierro y la dejó arrastrar por el suelo, para dejar notar su gran peso y contundencia. -Ahora te romperé las piernas. Haré polvo tus huesos... Después te cortaré la polla y dejaré que te desangres, y se la mostraremos a la puta de la esposa de Spreach antes de quemarla viva.- Se rió.
Yara respiraba deprisa.
No lo habría reconocido jamás, pero por un momento, sintió unas ganas inmensas de que Elric fuese a buscarla.

Javenne paseó la mirada, sumamente asustada, por todos los presentes. Mirara donde mirase, no podía encontrar un rostro amigo; todos los hombres ocultaban su cara tras las capuchas. La rodeaban en silencio, y la observaban como si pertenecieran a un status superior. Como si fueran semidioses y ella una simple cucaracha inmunda a la que estaban perdonando de ser pisoteada. Estaba tan nerviosa que temblaba.
Se habría caído de rodillas al suelo; tan débiles estaban sus piernas, pero los hombres que la sostenían, uno a cada lado, se lo impedían. El consejo dio un paso al frente entonces para encararla, y ella gimoteó.
-Por favor...¡Os lo suplico! ¡Yo no hice nada! ¡Es un error! -Javenne trató de pedir clemencia, pero una bofetada le cruzó la cara y la hizo perder el equilibrio. La muchacha se llevó las manos a la boca sangrante, con los ojos llenos de lágrimas.
-Habla sólo cuando se te ordene, furcia -la espetó el guardia que la custoriaba. Uno de los miembros del consejo alzó la mano y asintió, indicando al hombre que no era necesaria tal brutalidad. Luego abrió los brazos como si esperase recibir alguna luz divina sobre los hombros.
-Bruja Javenne; has sido llamada por la visión sagrada del consejo mayor. Nosotros hemos visto tu alma...
-¡No! -imploró ella, pero nadie la escuchó. Todos estaban concentrados en el hombre que hablaba, con una voz autoritaria y mística.
-Dios nos ha revelado tu identidad, y nos ha hablado de tí. Javenne es una hija del dios único y omnipotente, dijo. Una hija tentada a la desobediencia de su padre, que en el fruto de su juventud ha errado y debe ser corregida...
-Por favor... -La chica se llevó las manos a la cara y se echó a llorar. Verdaderamente era una injusticia, que la apresaran tan sólo porque ellos decían haber tenido una revelación divina. Sin embargo a aquellas alturas tan sólo quería irse de allí; volver a su hogar, con su anciana abuela. El resto le daba igual.
Sólo quería vivir.
-Sin embargo nuestro dios es piadoso. Es benevolente y magnánimo... -hubo un murmullo general. Todos los presentes asentían. -Dios nos ha pedido, en su infinita sabiduría y bondad, que devolvamos a esta hija suya al buen camino antes de que sea en efecto corrompida por las fuerzas del mal y su alma no tenga salvación posible. Nuestro padre ha hablado, y esto es lo que ha decretado. Si te arrepientes ahora, bruja, de tus errores y pecados, serás purificada y conservarás la vida. De lo contrario, tu tormento se alargará hasta el fin de los tiempos, aquí y en los infiernos. -
Javenne pegó la frente al suelo y se reverenció ante los hombres. Tenía el rostro bañado en lágrimas e imploraba lastimeramente.
-Por favor señor, me arrepiento de mis pecados. Me arrepiento en cuerpo y alma, os suplico una absolución -tenía la voz rota y le costaba trabajo hablar.
¿Y ya estaba? ¿Así eran de fáciles las cosas?
-Hija mía, tú pides y nosotros te daremos. Que comience el ritual de purificación -hizo un gesto con la mano y los guardias se movilizaron. Agarraron de nuevo a la chica y la arrastraron. Ella seguía confusa y atónita, pero no dijo nada hasta que la recostaron en el camastro de piedra y la amarraron de pies y manos.
-¡No! ¿Qué me van a hacer? -se revolvía inquieta, aunque inútilmente. El cerco de hombres se cerró a su alrededor.
Allain se humedeció los labios.
Así que era eso.
Sólo una pantomima barata; como niños jugando a los papás. Sólo la ilusión de que mantenían un rol de autoridad y divinidad que realmente no existía. Pero, por supuesto, Allain sabía que el primer paso para hacer que los demás creyeran aquellas patrañas, era creerlas uno mismo.
Los miembros del consejo rodearon a la mujer.
Los demás se mantuvieron al margen, aunque lo bastante cerca para seguir el proceso.
La noche había caído hacía rato, de modo que alguno de ellos sostenía en alto una antorcha o una vela que le permitía ver más allá de lo que la luna alumbraba. Aquellos diez que formaban el comité superior se desprendieron de sus túnicas, dejándolas caer al suelo y quedando al desnudo.
Valiant se sorprendió de que fuesen tan jóvenes.
Había esperado verdaderos ancianos, mentes retorcidas y putrefactas de ideas atrasadas, pero no era así en absoluto. Todos los miembros del consejo rondaban entre los 30 y los 40 años de edad; eran hombres bien formados y aptos para la batalla. ¿No deberían estar combatiendo en la frontera? Tenía toda la pinta de que habían abordado la clerecía como excusa para no ir a luchar.
Cuando el primero de ellos se montó sobre la piedra, Javenne gritó.
-...y uno a uno purificarán tu alma. Porque los santos varones, bendecidos por la gracia divina llevan consigo el sagrado elemento. La esencia que...
-No jodas. ¿Se la van a follar?- Valiant susurró cerca de Allain.
-Eso parece...
-¿Tanto rollo eclesiástico para tirársela entre unos pocos...?
-¿En qué se diferenciarían de vulgares violadores si no fuera por el sermón?
-¡Nooo! -Javenne sintió cómo el cuerpo del hombre penetraba en ella. Untado de aceites aromáticos, su pene se deslizó con facilidad hacia el interior de la chica. El clérigo se acomodó sobre ella, buscando una mejor posición en la que sus rodillas no se dañasen en la piedra, y comenzó a empujar. Mientras, las palabras del orador se convirtieron en murmullos a los que pocos -probablemente nadie- atendía ya. Todos tenían los sentidos puestos en la carne y su pecado.
Javenne se contraía sobre sí misma.
Qué grande era el dolor de la humillación. Más que el de su espalda contra la losa de granito, más que el de la desfloración. Más que el peso del hombre aprisionando sus pulmones, que querían llorar distendidamente. Y mirara donde mirase había caras.
Ojos clavados en ella, con lascivia y satisfacción.
Estaban disfrutando con su sufrimiento.
En su oído, el aliento del hombre resultaba tan caliente.
Cada vez que empujaba, soltaba un gemido profundo y gutural. No sabía que los hombres hacían esos ruidos. No sabía que los hombres hacían aquellas cosas.
Cuando apretó ligeramente el ritmo, comenzó a correrse.
Él abrió la boca y apretó los ojos, alzando la cabeza. Ahora tenía conciencia de nuevo de su propio llanto. Ella no había dejado de gritar en todo aquél proceso. El clérigo se sacudió contra ella, vació en su interior cada gota de semen y luego se demoró un par de segundos antes de salir, presto. Su acto heroico no debía ser interpretado como debilidad y placer, sino como un bien y un servicio prestado al dios, en ayuda de aquella pobre alma.
Aquella pobre alma de rostro angelical
Ocupó de nuevo su puesto en el círculo.
No había perdido toda la fuerza de su erección; su polla aún se mantenía enhiesta, aunque notoriamente menos henchida. El siguiente hermano subió ahora a la piedra, y se arrodilló entre los muslos de la joven. Abrió su coño con los dedos, apartando pliegues de piel para colocar la punta de su miembro, y comenzó a empujar.
Los gritos de Javenne siguieron alzandose a los cielos hasta tres hombres más. Después se ahogaron, y ella dejó de moverse, y de llorar. Permaneció en silencio mientras la utilizaban y se corrían en ella. Incluso la voz del orador había perdido consistencia.

La madrugada alcanzó su punto más alto antes de que dieran por concluida la ceremonia.
Entonces la desataron, y la dejaron tirada en el suelo como a una perra, mientras todos se vestían y se marchaban de allí.


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By Rouge Rogue

3 comentarios:

  1. Me encanta el blog, precisamente por que el protagonista no es de lejos un heroe y por que no salvan a la doncella antes de ser mancillada, es crudo y brutal. Me encantan Allain y ya de paso larga vida a Yara para que la pueda torturar a gusto XDDD

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  2. jajaja

    Gracias por tu tiempo. Sabes que es importante para mí que lo leas.

    Me hace muy feliz que te guste. Mucho :p

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  3. Anda pos no la tiraban desde la torre XD le hacian una violacion multiple XD

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