Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
Si crees que pueden herir tu sensibilidad, por favor no continúes leyendo.
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lunes, 29 de agosto de 2011

CAPÍTULO 19: LOS PROMETIDOS

El joven gimió por lo bajo, asustado.
Abrió los labios y después mordió la almohada, a sabiendas de que le iba a doler.
Su piel negra lucía dorada bajo la luz de la vela más cercana; los músculos bien definidos de su torso se dibujaban con firmeza. El rudo pirata hundió un dedo sucio en el ano del muchacho, y lo movió despacio dentro. Sintió que se empalmaba mirando las nalgas redondeadas y suaves del efebo. Sacó el dedo de su culo y lo lamió con gusto.
Luego fue su polla la que se hundió en el agujero.
El chico gritó, pero el fornido hombre lo agarró por la cabeza y lo obligó a mantener la boca contra el almohadón de plumas, ahogando el sonido. Los propios jadeos de placer del pirata retumbaron por todo el camarote mientras se lo tiraba. Las lágrimas desdibujaron todo lo que el chico negro podía ver.
Sentía que le desgarraban la piel y el alma.
Después, el escozor del esperma empapando unas heridas que con toda seguridad se infectarían con las heces. El capitán jadeó al aire un par de veces más, y acabó por apartarse de él, empujándolo de la cama como si fuera escoria.
El esclavo se encogió sobre sí mismo en el suelo, dolorido. Pero no podía quejarse.
Lo tenía prohibido.

Allí estaba, pavoneándose delante de las muchachas.
Ni siquiera eran mujeres, por el amor de dios; sólo unas crías adolescentes y atontadas. Las jovencitas adoraban la carita de niño guapo de Valiant, lo había visto miles de veces. Le fastidiaba horrores; ellas aún no sabían que había que buscar otras cosas en un hombre. Cosas más allá del físico. Suspiró, molesta, y sacó la pequeña libreta que llevaba en el bolsillo interior de su chaqueta. La apoyó en la barandilla del piso superior y se puso a escribir.
Diario de viaje.
Yara Eagleclaw.
Día catorceavo del décimo mes.
"La ruta a pie desde Astrean Burg hacia Silverfind estaba inhabilitada. El puente de acceso había sido inutilizado...Tal vez deliberadamente. ¿Para evitar el contacto directo con la gente de Burg? ¿Por las leyendas sobre brujas? La gente es idiota.
Nos hemos visto obligados a tomar la ruta en barco desde el sur.
Un rodeo muy absurdo, pero necesario.
Para colmo..."
Pensó algunos segundos qué iba a poner. Arrugó el labio y siguió garabateando.
"Para colmo no he podido deshacerme del caraculo".
-¿Caraculo? ¿No se te ocurrió un mote más acertado?-
Yara se giró, sobresaltada. Abrió los ojos enormemente y se pegó la libreta al pecho, mirando a Allain, pero él estaba oteando el horizonte, con los ojos estrechados.
-¿Qué haces... no te enseñaron que es de mala educación espiar a la gente?
-Parece que se lo está pasando bien -señaló con el dedo a Valiant, en el piso de abajo. El muchacho reía, coreado por las dos jóvenes. -¿Crees que se las tirará?
-No aparezcas de repente. ¿Quieres matarme de un susto?
-Ah... Allá va -Apoyó los brazos en la barandilla. Valiant tomó a las muchachas por la cintura y echaron a caminar hacia el interior mientras hablaban de dios sabía qué.
-Oye si estás tan aburrido, vete a tatuarte algo en el culo, pero no me molestes.
-¿Cómo estás tan segura de que no tengo ya un tatuaje en el culo?
-No me importa, de veras -resolvió, pretendiendo ser hosca. Allain no la miró.
La brisa de la noche se estaba levantando fría, y le azotaba el pelo, apartándolo de su cara. Sacó un cigarrillo y se lo llevó a los labios. Cuando arribaran tendría que comprar otra vez. Yara lo observó en silencio, esperando que dijese algo.
Cualquier cosa.
-Allí...- aguzó la vista, tratando de vislumbrar en la distancia, y Yara miró también. -Allí hay una chica que está tremenda.- La muchacha pelirroja lo acuchilló con la mirada.
-¿Por qué no te largas a darle la brasa?
-Eso pensaba hacer... -dio una calada al cigarro. -Pero imaginé que te sentirías sola.- La joven se cruzó de brazos.
-Estaré bien. Que disfrutes.
-Si cambias de opinión siempre podemos buscar algún rinconcito oscuro y...
-Si vuelves a insinuarte a mí, de cualquier modo posible, te acordarás el resto de tu vida. Lo juro- Allain rió con el comentario de ella, pero ya no dijo nada más. Se dio la vuelta para marcharse, y bajó por la escalinata. Lo mejor para infiltrarse en un barco sin llamar la atención, era precisamente actuar con naturalidad, habia dicho Valiant. Claro, para él era fácil.
La última plaza que quedaba libre la había conseguido él.
"El caraculo está intentando ser amable", garabateó Yara en su cuaderno.
"Pero no voy a caer en su trampa, como todas esas mosquitas muertas", concluyó, y cerró la libreta de golpe. Entrecerró los ojos justo cuando apreciaba que la figura de Allain, a lo lejos, se estrechaba notoriamente con la de la muchacha desconocida.

-De nuevo en casa -Valiant estiró los brazos mientras dejaban el puerto de Silverfind para adentrarse en la ciudad. El bullicio en las calles ya les daba la bienvenida. Allain se recolocó la mochila. El carcaj, el arco y el tabardo oscuro, los pantalones llenos de correajes y las pesadas botas de hebillas metálicas hacían que destacara entre la muchedumbre. La gente se volvía de cuando en cuando para mirarlo y comentaban entre sí.
Definitivamente, Allain adoraba las ciudades; eran sitios llenos de posibilidades.
Y ninguna tenía nada que ver con algo honrado.
-Llamas mucho la atención -sentenció Yara. Los muchachos no pudieron adivinar si se trataba de un cumplido.
-Tú también me gustas- repuso Elric. Sus ojos se desplazaron automáticamente hacia la armería. Tan pronto cobrase su recompensa, pondría a punto algunas cosillas.
-Es como si llevases un tufo a muerte encima. Como el pescadero... -la chica siguió desvariando consigo misma, pero Allain no le hizo caso alguno.- Espero que los guardias en la entrada de la mansión nos dejen pasar -concluyó.
-Es la casa de tu abuela, Yara.
-Pues precisamente por eso.
-Nos dejarán, no os preocupéis -acertó a decir el mercenario; Valiant y Yara lo miraron. No había sonado nada bien.

La joven se reclinó por completo en el sofá, y cruzó los pies sobre el reposabrazos de madera. Allain recorrió con los ojos las botas con tacones, subió por las pantorillas, las bonitas rodillas y se instaló en las caderas. Luego una subida rápida hacia el rostro de Yara.
-Así que vienes de una familia de ricachones... -comentó como si tal cosa.
-Oye, Elric, ¿era necesario...? -Valiant corrió el visillo del ventanal a un lado, y echó una mirada fugaz hacia la entrada de la mansión. Los guardias seguían inconscientes, y sangrando profusamente por las narices.
Allain acabó por ponerse en pie y pasearse por la enorme estancia con la actitud de un niño curioso. Deslizó un dedo por la repisa de la chimenea y luego se quedó observando la estatua de oro macizo que la presidía.
-Mármol de Karahk, y esto...- cogió la estatuilla. Un caballero blandía su espada en la representación a escala.
-De Vignes Forte. Uno de los escultores más aclamados del mapa. Ha hecho algunos trabajos para el mismísimo rey de Kandalla-Valiant se acercó a él y cogió la obra con ojo tasador profesional. Yara pasaba por completo de los muchachos.
Más allá de las caras alfombras ribeteadas en dorado, de las mesas de madera noble y acabados en pulido, estaba la escalera de caracol. Por allí aparecería, de un momento a otro.
-¿Y me recuerdas por qué te marchaste de aquí, pezoncitos?-
Yara lo miró tajantemente.
-Te he dicho que no me llames...
-Yaraidell -dijo la mujer, en lo alto de la escalinata. Automáticamente todos miraron hacia ella. Valiant dejó caer la estatuilla por el susto, pero aún pudo aferrarla torpemente antes de que tocara el suelo. La mujer lo escrutó en silencio, con severidad.
-Si no te importa dejar eso donde estaba, jovencito. Es una pieza muy valiosa -dijo.
-S-sí, lo siento -la devolvió el muchacho a la estantería. Yara estiró los brazos sobre el respaldo del sofá, aparentando seguridad en sí misma.
-He venido a traerte algo que querías. Pusiste un anuncio, ¿verdad? -preguntó la chica, sacando el medallón de su chaqueta y dejándolo pender en el aire. La anciana abrió los ojos, sorprendida.
-¿Cómo lo has...? ¡Insensata! Podrían haberte matado.
-Pero no lo han hecho. Quiero mi pago ahora -sentenció ella. La mujer apretó los labios y miró a otra parte.
-Está bien. Pero os ruego que espereis. Este no es un buen momento para hablar de... -las voces alegres se oían desde la parte de arriba de la escalera. Algunas figuras aparecieron tras la elegante señora, y todos miraron a Yara con cara de sorpresa.
-¡Sobrina mia! Cuánto me alegro de verte, ¿cuándo has llegado? -dijo, uno de los hombres. Se acercó a ella campechanamente. Yara se recompuso, algo descolocada.
-Pues...yo...Hola, tíos.
-Ah, éste debe ser tu prometido -el hombretón medio calvo le tendió la mano a Elric. Él alzó una ceja sin decir nada. Miró la mano, después a Yara. La chica abrió la boca para desmentirlo, pero su abuela la interrumpió.
-Yara, tenemos que hablar en privado, por favor.-
La chica la miró ahora y asintió, disconforme, acercándose a la mujer a regañadientes.
Valiant las siguió con la vista hasta que se perdieron en el jardín exterior. Luego, y debido a la pasividad del mercenario, decidió presentarse también.
-Encantado. Yo soy Valiant, un amigo de su sobrina.
-Ah...si... -el hombre volvió la cabeza hacia él con un mohín desagradable. No aceptó la mano del joven. -Tú eras el amigo de Kevin, ¿no?. Ese que siempre lo estaba metiendo en líos...
-B-bueno...si... -el ratero bajó la mano, algo azorado. Se acarició la nuca. -Cosas de críos.
-Si, por supuesto... -el noble se dio la vuelta y volvió junto a su esposa, en la escalera. Tres niños rubios escrutaban ahora a los muchachos con curiosidad, y aun un segundo matrimonio los miraba también, aunque sin pronunciarse al respecto.
Cuando Yara regresó, lo hizo con una expresión que Elric no supo reconocer en ella.
Tal vez vergüenza, apuro. Sumisión, o algún derivado. Se frotaba las manos, algo nerviosa, y miraba de reojo a su abuela. La anciana asentía, convencida, mientras ella encaraba a sus tíos y señalaba al mercenario con la mano.
-Perdonen las molestias. Ejem -carraspeó. -Tíos, déjenme presentarles oficialmente a mi... -tosió para no tener que decir aquella palabra. Su abuela la acuchilló con la mirada, y ella rezongó. -...Presentarles oficialmente a mi prometido. Allain Elric -concluyó, de mala gana.

El hombre estaba tan perdido que no pudo articular palabra, así que tan sólo pestañeó.
Fue Valiant el que tuvo que contenerse para no romper a reír en carcajadas.


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By Rouge Rogue

2 comentarios:

  1. lol LA LECHE!!!! juer me da que la abuel ay toda la familia acaba desguazadaaa XD me encantan estos comicx Kishaj te has superado! XDDDD

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