Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
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viernes, 26 de agosto de 2011

CAPÍTULO 18: VIAJE

-No quedan plazas -resolvió Valiant, metiéndose las manos en los bolsilos.
-¿Cómo? ¿Y qué haremos ahora? ¿Esperar a que zarpe el siguiente barco? -Yara se rascó la cabeza, nada conforme. Eso podía suponer tener que esperar incluso un par de días.
-Bueno. Este mercante zarpa cada siete días. Si perdemos el último, tendremos que quedarnos una semana más -explicó su amigo, casi como si temiera que ella empezase a gritar de nuevo. Pero la chica se pasó la mano por la cara, pensativa.
-Bueno. Nos colaremos antes de que salga...
-Quizás podríamos tomárnoslo con calma, Yara. Ver la ciudad... -señaló el puerto. Aparte de las tiendas de artículos de pesca y el tufo a sal marina no había nada allí de interés. Yara lo miró de reojo con fastidio. -O quedarnos en la posada -añadió él con rapidez.
-¿Haciendo qué...?
-Bueno... - se acarició la nuca y sonrió seductoramente, mirándola con los ojos entornados.
-Mph... Oye, olvídalo, te dije que no volvería a pasar -lo apuntó con el dedo en el pecho. - Y ahora vamos a pensar la manera de colarnos en ese barco, y si puede ser antes de que regrese el caraculo mejor.
-¿Vas a seguir intentando librarte de él durante todo el viaje? -el chico se encaró ahora hacia las aguas. La caída del sol las pincelaba como de doradas tinturas. Parecían un enorme espejo de oro.
-¿Si lo tiro por la borda me guardarás el secreto? -el muchacho rubio rió. Luego la miró como si eso resultara del todo imposible.
-Sabes que sí. Pero nadie se libra del temible Synister sólo con tirarlo por la borda de un barco. -Yara chistó.
-Te crees todos los cuentos para niños, Valiant. Creí que vivir en la calle te habría hecho aprender que...
-Que todos los cuentos tienen parte de verdad. Hay que saber profundizar en ellos y extraer esa parte -le dió con los nudillos en la frente como si llamase a la puerta. Yara lo observó por algunos segundos, embobada.
Verdes.
Sus ojos eran verdes.
-Vale, éste es el plan -retomó el chico su aire impetuoso. Si Yara no hubiera estado tan ocupada pensando en sus cosas y lo hubiera escuchado, se habría negado en rotundo.

El mensajero espoleaba vivamente el caballo.
Traía buenas noticias.
La nueva de que las tropas regresarían a casa antes de lo esperado debia ser comunicada al consejo mayor de la clerecía. Los Testigos no se alegrarían de oírla, y por eso él iba a disfrutar tanto en decírselo. Cuando alcanzó el camino principal hacia Burg, las picotas le dieron la bienvenida. Muchas de ellas, desocupadas. Otras tantas albergando cadáveres que serían retirados al acabar el día. A mitad del camino detuvo el caballo, y aguardó en silencio.
Escrutó con la mirada a una de las mujeres.
Tenía el cabello largo y negro recogido en una trenza deshecha. El rostro lleno de suciedad, y los ropajes estropeados, pero con todo, la reconoció. Se bajó del corcel sin prisa, y se acercó a ella caminando resueltamente, con los pulgares pendiendo del cinto.
Se situó frente a la chica y la examinó de cerca.
-Hola, Belladine -dijo con aire de superioridad. La joven alzó los ojos, intentando distinguir el rostro de él.
-¿Ca...Cabster... ?-preguntó, con la boca seca. Había una nota de alegría y sorpresa en su voz. ¿Volverían los hombres de armas a la ciudad? ¿La sacarían de allí? Por fin una cara conocida.
-Vaya... Qué cosas. Tú, en el cepo -resolvió como si hubiera esperado que ocurriera así verdaderamente.
-Soy inocente...Cabster...por favor, ayudadme. Os lo suplico.
-¿Me lo suplicas? -se agachó un poco para poder mirarla a la cara. -¿Dónde han quedado ese orgullo y esos aires que te dabas? ¿Te creíste muy buena para mí pero ahora quieres mi ayuda?-
Belladine cerró los ojos. Quizás había sido una ilusa al creer que él la ayudaría. Cabster seguía herido en su vanidad por haber sido rechazado, y se tomaría su particular venganza en dejarla sufrir aquella tortura injusta.
-¿Qué te han hecho, Belladine...? ¿Qué le han hecho a tu precioso rostro...? -le acarició despacio la mejilla casi con ternura. Ella dejó escapar una lágrima que rodó despacio, dibujando un surco en su sucia piel. Luego Cabster la agarró con fuerza, apretándole los carrillos. -Si hubieras aceptado casarte conmigo, habrías estado bajo mi protección. Ahora mírate. Golpeada, maltratada. Usada como un zapato viejo.- Se desabrochó el cinturón con la mano libre y bajó las calzas. Belladine lo observó con repentino miedo en los ojos. -Aprende a elegir mejor a tus aliados, zorra. Tu desprecio te va a salir caro -le abrió la boca y metió su polla dentro.
Belladine gimió, asustada.
Aquella polla no estaba dura aún, pero no tardó en notar cómo se crecía dentro de ella. Tal vez, los propios esfuerzos de la chica por tragar saliva y respirar hicieran que él se excitara tan deprisa. La agarró con fuerza por la cabeza, y le folló la boca sin miramientos. Allí estaban todo el desprecio, toda la rabia y la impotencia que había sentido en los últimos meses por culpa de esa mujer. Se lo escupiría en la boca en forma de lefa. Belladine lloró. No era el primero que la había vejado de esa manera, pero no mucho tiempo atrás la situación era completamente distinta. Habían asistido a cenas de sociedad juntos.
Habían dado paseos a la luz de la luna, él le había regalado flores.
No pasó demasiado tiempo antes de sentir los espasmos nerviosos del hombre que se derramaba en su boca. El semen caliente -verdaderamente caliente- y amargo la inundaba por entera. Paladeaba el tacto espeso, esforzándose por no tragar, pero él no se retiraba a un lado. Finalmente, cuando respirar se le hizo imposible, no tuvo más remedio que tragarlo entero y un par de lágrimas más brotaron de sus ojos por la fatiga.
-Ah, ah... vamos... -Cabster había dado un paso atrás, y aún apuraba los restos de su orgasmo, con un gesto de paz que resultaba envidiable y cuanto menos, inalcanzable para Belladine ahora. Su propia mano manchada de semen goteaba en el suelo.
El silencio se hizo un par de segundos, tan sólo roto por los sollozos de la chica, y él seguía allí de pie, con los ojos cerrados. Sosteniendo su polla entre los dedos hasta que la erección remitió por completo.
Después el chorro caliente salpicó la cara de la joven, y no pudo hacer más que cerrar los ojos y la boca entre lágrimas mientras él se meaba en ella. Machó sus mejillas, sus ojos, su boca.
Suspiró al acabar y se dio por satisfecho.
Volvió a colocarse las calzas en su sitio; después el cinturón. Se acercó y se limpió las manos en el pelo de Belladine mientras ella lloraba ya distendidamente.
-Te sacaré de aquí. Vivirás, para acordarte de este día -dijo.
Luego se dio la vuelta y regresó a su caballo.
Montó y lo espoleó vivamente.
Tenía una noticia que comunicar.
Estaba de buen humor.

Estúpido Valiant.
Maldito él, maldito su padre. El padre de su padre, y toda su ascendencia.
Malditos sus hijos, si algún día los tenía. O si esque los tenía ya por ahí.
Yara no dejaba de mascullar en sus adentros, parecía que el chico lo hubiese hecho a propósito. A Allain tan pronto le resultaba un fastidio como soltaba una sonrisilla que parecía reflejar que disfrutaba con verla enfadada.
-¿No había un modo más fácil...? -se quejó de nuevo. Elric suspiró.
-Sí...acabar con toda la tripulación del barco y robarlo. Era mucho más sencillo que escondernos dentro de un barril -comentó con ironía el mercenario. Yara se movió ligeramente, buscando una postura más cómoda. Pero no la había.
No había postura cómoda cuando estabas encerrada con un tipo al que odiabas en un cubilete de madera, sentada directamente sobre sus piernas y a horcajadas. Había dudado mucho sobre si era mejor ponerse de espaldas a él, y acabó por decidir que era más recomendable poder vigilar todo lo que hacía.
-Podíamos haber usado dos barriles. Podíamos habernos hecho pasar por miembros de la tripulación. Podíamos... Podíamos no estar aquí, y punto.
-¿Te ves capaz de engañar a una tripulación de piratas Irithíes? Qué valiente.
-Mejor que esto... -ella bufó. El barco volvió a zarandearse. Alguna caja debió caerse, porque golpeó justo sobre el barril en el que estaban ellos, produciendo un gran estruendo. Yara se encogió un poco por el susto. Luego se recompuso, y escrutó el rostro de Allain, un poco por debajo de ella. El hombre le sonreía juguetonamente.
-Cualquiera diría que no te alegras de tenerme entre las piernas, pezoncitos... -subió la mano por el muslo de ella, recorriendo suavemente la tela de su pantalón ceñido, y buscó su culo. Yara le dio un manotazo.
-Deja de llamarme pezoncitos. Y antes me hago amiga de un cinturón de castidad que montármelo conti... -de nuevo otro zarandeo del barco. Allain cerró los ojos, satisfecho, como si se dejase mecer en una cuna. Ella se agarró con fuerza a la camisa del hombre.
-No tienes ni idea de lo que te pierdes -dijo el Synister.
-El ignorante vive feliz.
-El ignorante vive ignorante. Y tú no eres ni ignorante ni feliz. -Yara alzó una ceja, aunque en la oscuridad era difícil distinguir sus rasgos.
-Te comportas como si me conocieras de algo...
-Tambien tú conmigo.-La chica abrió la boca, luego la volvió a cerrar.
-Eso es porque nunca estás dispuesto a hablar de tí. Yo podría contarte mil cosas, pero tú no lo haces, y tengo que deducirlas yo misma. No me culpes si me equivoco.
-No te he hablado de mí y ya has deducido que soy un hijo de puta. Si supieras la verdad me odiarías el triple.
-No se te puede odiar el triple. Explotaría.- Allain rió. Luego pasó sus ojos de la cara de la chica hacia su busto.
-¿Sabes? No hay mal que por bien no venga... Me gusta tener tus tetas en la cara. -Yara se retiró cuanto pudo, que no fue mucho.
-No te aproveches. Eres un maldito degenerado.
-Adoro las mujeres.
-Adoras cualquier cosa que se mueva. ¿Te has tirado a un gato alguna vez? -Allain fingió que lo pensaba seriamente.
-Puede ser -respondió. Yara puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar reirse también.
-¿Te has reído?
-¿Qué?
-¿Te has reído conmigo?
-No -se puso seria enseguida. -No, no lo hice. Idiota.
-Ya, seguro -él se carcajeó. Yara alzó la vista y golpeó la tapadera del barril. Por los dioses, qué pedante era aquél tío. Ojalá viniera pronto Valiant.
Y en eso pensaba cuando la tapa de la cubeta se abrió, y la cabecilla rubia se asomó dentro.
-Hola chicos -los saludó campechanamente el rubio.

Yara saltó del barril como un gato que se ha mojado las patas.


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By Rouge Rogue

1 comentario:

  1. jajajaja, me imagino la cara de Yara. Los vaya dos disfrutando de putearla XDDD

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