Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
Si crees que pueden herir tu sensibilidad, por favor no continúes leyendo.
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sábado, 20 de agosto de 2011

CAPÍTULO 9: EL SACRIFICIO

Yara no dejaba de farfullar mientras la ataban de pies y manos.
-Pobres monstruos. No tienen idea de con quién se han ido a topar... -se mofó Allain. La observaba, notoriamente molesta, mientras las criaturas le sobaban las tetas. Le hacía gracia la mirada de desprecio que ella le dedicaba en esos instantes.
-Oye, si no cierras el pico tan pronto me suelte de aquí te...
-¡Chae jallah! -uno de ellos la espetó y la abofeteó en la cara. Yara apretó los labios con dignidad, pero ya no volvió a mirar a Allain, sino que mantuvo la cabeza gacha. Luego centraron su atención en el mercenario.
Lo mantenían firmemente sujeto por los brazos abiertos; cada una de sus muñecas atada a un poste de madera hincado en el suelo. Tironearon de su camisa hasta hacerla jirones y arrancarla, en busca de armas que él pudiera usar para escapar. En su lugar se quedaron extrañados por el tatuaje de su espalda. Lo rodearon para examinarlo, pasaron la mano por encima. Aquella misteriosa pintura de guerra no desaparecía cuando la frotabas.
-Eh, cuidado donde tocas -amenazó Elric a uno de los individuos. Todos ellos alzaron los brazos e increparon al muchacho en su extraño -y casi absurdo- lenguaje arcaico, mientras salían de la sala. Cercaron la entrada a la cueva con una empalizada de madera mientras se perdían al exterior, posiblemente en busca del líder de la aldea.
Qué asco de bichos, ojalá se murieran todos, pensó Elric.
-Bueno, niña. Ahora haz tu parte del trabajo, y suéltate. -Yara lo miró con gesto de tedio, Allain apretó los labios.
-Ya decía yo que no serías útil para nada. Bueno, entonces sólo nos queda esperar a que tu amigo el rubito nos encuentre, o morir de inanición.
-¿Te han dicho alguna vez que resultas insoportable...?
-Tienes una mancha en el bigote -se burló, y ella bufó.
-Me voy a dejar más de la mitad de la recompensa en un tipo tan inútil que a la primera de cambio ya se ha quedado sin planes.
-Mi plan era dejarte en la taberna. A estas alturas ya tendría la medalla y no me habrían capturado.
-Adáptate a la situación, ¿quieres? ¡Tú eres el profesional!
-Está bien, te contaré lo que va a pasar. Hablarán con el líder, él vendrá a inspeccionar la caza del día. Los Kollar hacen a diario una ofrenda al dios de los gilipollas dejando en el monte parte de lo que hayan recaudado en la jornada, así que seguramente elegirán entre comernos a los dos. O comerse a uno y sacrificar al otro. -Yara se revolvió, enfurecida y asustada.
-¡Maldita sea, lo dices tan tranquilo!
-Cuando nos suelten de aquí, será nuestra única oportunidad para escapar. Éste es el plan; no te opongas a lo que hagan. Déjate llevar. Nos conducirán al monte cruzando por el bosque. Una vez en campo abierto nos será más fácil huir, ellos están hechos para moverse por los árboles y no en suelo llano. Yo daré la señal y tú aprovecharás el altercado para correr. ¿Alguna duda?
-¿Vamos a morir?
-Creo que no.
-De acuerdo, me quedo más tranquila -inspiró profundo. Justo en aquél momento, las criaturas volvían a aparecer delante de la cueva. Uno de ellos, algo más alto y corpulento, llevaba un penacho de plumas sobre la cabeza. Debía ser el líder de la aldea. Yara abrió la boca, sorprendida.
-¡Ese es! ¡Es el medallón! ¡Lo tiene ese!
Del cuello del jefe pendía la medalla de oro viejo, labrada con un bordón militar. Debía ser un reconocimiento al servicio. Allain no se habría jugado el culo por algo tan absurdo. Cuando abrieron la verja, dos de los individuos se acercaron a Yara, y comenzaron a desatarla.
-Recuerda el plan -masculló bajito Elric, y ella asintió.
-¡Chae jallah!- dijo uno de los soldados, y le propinó al hombre un rodillazo en el estómago. Hubiera querido encogerse de dolor, pero no podía. Se recompuso enseguida no obstante.
Arrastraron a Yara fuera de la celda y después cerraron de nuevo la empalizada. Ella lo miró con gesto de horror. ¿Por qué se la llevaban sólo a ella? ¿La habían escogido como sacrificio?
-¡Allain! ¡ALLAIN! -Los gritos de la joven se perdieron de los oídos del mercenario mientras la cargaban hacia el monte. Elric se humedeció los labios; no podía hacer nada hasta que se desatase de allí. Echó un vistazo a las cuerdas, que aunque resistentes, eran bastante rudimentarias y malgastadas. Sería un trabajo largo y duro, pero no le quedaba más remedio. Utilizando su propio cuerpo para balancearse, se inclinó hacia delante y se dejó caer en peso. Luego hizo lo propio hacia atrás.
Si no conseguía romper las cuerdas, haría ceder las estacas.

-¡Allain! -Yara se cansó de llamarlo, aunque sabía que no serviría de nada. Estaba tan nerviosa que tenía ganas de llorar, pero se obligó a sí misma a mantenerse entera. El labio inferior le temblaba por el miedo, ella era muy joven. No quería morir, no así.
Cuando el porteador la soltó en el suelo, gimió por el dolor de la caída. Se encontraban a los pies de una enorme roca llena de restos de cadáveres, algunos de ellos bastante recientes. Yara lo observaba todo con pavor, mientras los hombres -¿hombres?- la rodeaban en silencio. De verdad, ¿qué eran los Kollar? Parecían trolls de tamaño humano. Narices enormes, orejas picudas y llenas de pelo, barrigas prominentes. Pies larguísimos de uñas sucias y manos muy desarrolladas para asirse con fuerza a las ramas de los árboles. Eran una subespecie inteligente, si esque a aquello se le podía llamar inteligencia, aunque sus instintos primarios los llevaban a flor de piel.
Cuando uno de ellos se acercó a Yara cuchillo en mano, ella retrocedió asustada. La criatura no tuvo problema en agarrarla con su largo brazo, y llevó la hoja hacia la cuerda que la ataba por los pies. Cortó la cuerda y guardó el cuchillo en el minúsculo taparrabos que todos llevaban por indumentaria principal. Luego empezaron a hablar entre sí, con guturales vocablos de los que la chica no entendía nada.
-Aer, jah, jaegalle -se golpeó uno en el pecho y los demás rieron. Eran como simios estúpidos sin pelo. No demasiado, al menos.
-Ah...dios... -Yara dibujó un gesto de asco cuando uno de ellos apareció desnudo ante ella. El asco se transformó en algo más profundo cuando los demás comenzaron a quitarse las vestimentas y se acercaron también.

-Eh, pts... -Valiant asomó la cabeza por entre los barrotes. Allain lo miró con resolución, y aunque ya había medio tumbado las estacas, agradecía de cualquier modo que hubiera llegado el chico.
-Ya tardabas, tú.
-Lo siento, esto estaba muy vigilado. Ahora he visto que se han ido casi todos al monte, no sé por qué -ató una cuerda a dos de los palos de madera de la celda y con ayuda de un tercero hizo palanca para ceder los barrotes. Luego se coló como una lagartija por un hueco por el que Elric estaba convencido de que no podría pasar. Se acercó al mercenario y comenzó a cortar sus ataduras.
-Ah, respecto a eso...mm...¿le tienes mucho apego a la chica esa?- Valiant lo miró inquisitivo a los ojos.
-No me jodas.
-No, yo no. Pero si quieres salvarla... me parece que vamos a tener que darnos prisa.-

Valiant se pasó la mano por la cara.
El primer grito de Yara se oyó desde el monte.


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By Rouge Rogue

1 comentario:

  1. van a violarla todos?pfff espero que no.. me caia bien no te la cargaras no kis? eheheheh????
    Nana

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