Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
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jueves, 25 de agosto de 2011

CAPÍTULO 15: TAN EXTRAÑO

-Cabrones degenerados. ¿Por qué no se pagarán una furcia, como todo el mundo? -Valiant dio un salto que salvó ocho escalones, y descendió hacia el interior de los calabozos. Allain lo siguió deprisa, pero obviando la pirueta, porque cargaba con Javenne, desnuda, sobre sus hombros.
-¿Y dónde quedaría el morbo de purificar con tu semen sagrado un alma impía? -bromeó el mercenario. Javenne se revolvió entre sus brazos y pataleó de nuevo. No sabía quienes eran ellos, ni adónde la llevaban. Pero aquél tipo era un idiota.
-¿Yara? - el ratero se asomó en la primera celda. Después en la segunda, y al virar en el pasillo descubrió una mano que salía por entre los barrotes, llamándolo.
-¡Valiant! ¡Aquí!
-¡Yara! -se echó a correr animadamente hacia ella; como si realmente llevase eones sin verla y se alegrase por el reencuentro. El guardia se giró, sobresaltado. Le sorprendió enormemente descubrir a dos miembros de la Orden irrumpiendo de aquél modo en las mazmorras. Dejó la maza en el suelo, que hizo un ruido sordo, y se encaró con ellos.
-¡Eh! ¡Qué hac...!- pero no pudo terminar la frase. Valiant apenas había sacado la mano bajo la manga de la túnica, y una cuchilla seccionaba ahora la garganta del torturador. Allain alzó las cejas. El chico era rápido, tenía que admitirlo.
El hombre cayó de rodillas al suelo, llevándose las manos a la traquea entre terribles espasmos. Pero Valiant ni siquiera lo miraba. Estaba entretenido en abrir la cerradura con la hoja del puñal.
-Vamos...deprisa... -Yara miraba los dedos de su amigo, moviéndose con presteza, pero también con más calma de la que a ella le hubiera gustado.
-No me metas prisas, Yara. Ya sabes que un trabajo bien hecho...lleva....su... -se mordió la lengua y giró despacio hasta que sonó un "clic" y la cerradura quedó abierta. Ella salió deprisa y rebuscó en el cinto del muchacho algún arma con la que defenderse. Acabó por coger una de sus espadas gemelas.
-Bien, vámonos de aquí antes de que nos descubran -dijo, alzando la espada.
-De nada... -rezongó Valiant, y echó a correr por el pasillo, de vuelta.
Allain quedó rezagado por un momento.
Al mirar hacia la pared, descubrió al hombre moribundo pendiendo de la tabla de madera. Sus piernas parecían un amasijo de carne sin forma, sin otro sentido de la entidad que el que la gravedad les confería. Tenía la mirada perdida, en el ojo que aún conservaba. Sangraba por la boca y estaba lleno de contusiones. Javenne se revolvió, pero él no le hizo caso. Sacó de la cintura el puñal ligero y con un rápido movimiento lo clavó en el cuello del preso. Luego lo extrajo, arrancándole la vida, y volvió a guardarselo mientras echaba a andar tras los muchachos, que habían desaparecido ya al final del corredor.

-No hubo recompensa. Ni oro, ni mujeres. Tampoco te quedaste a escuchar las palabras de agradecimiento. -Yara dibujó un gesto comprensivo y se sentó junto al hombre, apoyando la espalda en el árbol. Hacía una noche clara y agradable. Con todo, la hoguera salvaba en parte la brisa fresca que comenzaba a levantarse.
-Y qué -dijo Allain, sin más. Se sacó los guantes de cuero y extendió los dedos para calentarlos cerca del fuego. A menudo se le dormían las manos.
-¿Por qué nos ayudaste entonces? -El mercenario suspiró y meditó al respecto un par de segundos. Luego respondió:
-Creo que empiezo a comprender por qué Valiant hace siempre todo lo que le pides. Es más rápido y sencillo acatar órdenes que soportarte enfadada. -
Yara arrugó el gesto. Elric había borrado de un plumazo su faceta madura y comprensiva.
-¿Por qué eres siempre tan desagradable conmigo? ¿Qué te he hecho?
-¿Qué te hace pensar que soy diferente contigo al resto de la gente? No eres el eje del mundo, ¿sabes?
-Pues por qué entonces.
-Por qué, ¿qué?
-Por qué esa cara de estreñido y esa actitud. No vas a comerte el mundo. No vas a comerte una mierda.
-Usted disculpe, señorita si-no-se-hace-lo-que-yo-diga-lloro.- La joven abrió la boca para protestar y enseguida recordó el inicio de la conversación, de modo que se contuvo de seguir desvariando. Cruzó los brazos.
-¿Lo ves? Siempre tenemos que acabar discutiendo. Parece que disfrutes haciéndome enfadar...
-¿Así que realmente te hago enfadar? Vaya, te muestras tan indiferente que llegué a pensar que no te importaba... -él sonrió y se acercó un poco más a la chica. Pero sólo obtuvo un bufido disconforme a cambio.
-No sé por qué el día que naciste tu madre no te ahogó en el río Quith.
-Probablemente lo hubiera hecho si hubiera sido más sensata... Claro que...si hubiera sido más sensata, tampoco habría hecho todas aquellas cosas -dijo, con una sonrisilla. El fuego bailó ligeramente con la suave brisa, reflejándose en los ojos de la muchacha, y dibujando hermosas luces en su cabello pelirrojo. No podía evitarlo. Era siempre tan curiosa. Sólo quería saber...saber más y más. Se odió por un momento al no poder resistir la tentación de preguntar.
-¿Qué cosas...? -Allain la miró; esta vez la sonrisa se la dedicaba a ella. Ladeó los labios sensualmente, con aquella actitud de autosuficiencia. Se recostó más comodamente en el árbol, dejándose escurrir un poco, y sacó un cigarrillo del paquete que llevaba en la chaqueta.
-No sé. Como dejarse preñar por un perro bastardo. Cuatro veces-sorbió por la nariz y se llevó el cigarro a los labios. Con la mano hizo una pantalla para que el viento no le incomodara al prenderlo.
-Así que tienes hermanos. -Allain le dedicó una mirada inquisitiva. La clase de mirada que pretendía adivinar hasta dónde seguiría preguntando la muchacha, pero no dijo nada. Se limitó a satisfacer su curiosidad.
-Hermanas. Tres mujeres.
-¿Y qué ha sido de ellas...? -Yara se escurrió también en el árbol, pero se acomodó mirándolo a él. Se abrazó a sí misma, por no levantarse a coger una manta del petate. Parecía la primera vez que el mercenario estaba dispuesto a dialogar y no quería echarlo a perder. ¿Por qué? ¿Qué importaba, después de todo? Elric dio una larga calada y echó el humo al aire, despacio. La nube tomó una hermosa forma indefinida al escapar de sus labios, y se disipó en cuestión de segundos. Luego él la miró de nuevo.
Yara no se había dado cuenta hasta entonces de que Allain tenía los ojos grises.
-No lo sé. No sé nada de ellas, ni de mi madre. Me marché del pueblo siendo un crío, y nunca más regresé, ni intenté ponerme en contacto con ellas.
-¿No las echas de menos...? ¿Por qué no regresaste? -La chica pensó en Kevin. Ojalá estuviera vivo. Iría a visitarlo más a menudo, se dijo.
-Yo huí del pueblo, no podía volver. -miró el cigarro como si esperase encontrar algo altamente revelador en él. ¿Por qué le contaba a Yara aquello? No le gustaba que nadie supiera acerca de él. Yara se humedeció los labios y abrió la boca para volver a preguntar, pero él la cortó tajantemente.
-Se acabó el interrogatorio, pezoncitos rosas. ¿Por qué no te vas con tu novio a follar al lago?- apagó el cigarro a medio consumir en el tronco del árbol y lo arrojó a un lado. Ella frunció ligeramente el ceño.
-¿Ya está? ¿Se acabó tu dosis de amabilidad del día?
-Del año más bien -cerró los ojos, con los brazos cruzados, y se acomodó para dormir. La joven se puso en pie, molesta. Refunfuñaba en voz baja, pero Elric la ignoraba por completo.
-Y no es mi novio -le dió una pequeña patada en el pie cuando pasó por su lado. Luego se perdió hacia el bosque en dirección al lago.
Verdaderamente, era mucho más agradable estar con Valiant.

-¿Por qué no nos bañamos?-preguntó Valiant, animado. No esperó respuesta y al levantarse, se deshizo de su camisa. La arrojó al suelo y comenzó a desatar el cinturón. Yara lo miraba en silencio; el hermoso cuerpo perfilado a la luz de la luna. Las sombras acentuaban aún más aquellos músculos suaves. Valiant era tan guapo. ¿Por qué no podría verlo más que como a un crío, aun cuando tenian la misma edad? ¿Qué culpa tenía él de haber sido el mejor amigo de su hermano pequeño...? Quizás si Kevin siguiera vivo, si ella no se hubiera vuelto tan amarga. O si hubieran mantenido la relación normal que debe haber entre una chica y el amigo de su hermano, se lo habría tirado alguna vez. Pese a todo, había muchas cosas que le gustaban de Valiant... La delicada curvatura que se dibujaba desde la espalda del chico hacia su cintura... los brazos tan fibrosos, las manos tan ágiles. El flequillo rebelde y los ojos... Por un momento no recordaba de qué color eran los ojos de Valiant, porque sólo tenía un color en la cabeza. Gris.
Esbozó el gesto de haber visto un troll desnudo, y asqueandose a sí misma, se puso en pie enseguida y comenzó a desnudarse.
-Eh, ¿espera? -Valiant alargó la mano para tratar de asirla, pero ella había pasado corriendo desnuda hacia el lago y se había tirado de cabeza, dejándolo con la palabra en la boca. Cuando salió de nuevo a la superficie, cogió una bocanada de aire que llenó por completo sus pulmones, y aún sin creerse que hubiera pensado siquiera un segundo en Allain de aquella manera, dijo:
-Valiant; ¿quieres follar?


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By Rouge Rogue

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