Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
Si crees que pueden herir tu sensibilidad, por favor no continúes leyendo.
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miércoles, 17 de agosto de 2011

CAPÍTULO 4: LA GRANJA

-...estabas empapado. Te desmayaste por la fiebre. Parece que ya estás mejor...-

La voz era de mujer, ineludiblemente, pero no era una mujer la que le hablaba.
Eran dos pechos enormes, apretados uno contra el otro dentro de un blusón recatado, que aunque abrochado del todo, no podía cubrir el tamaño de aquellas berzas. Allain sintió deseos por un momento de hundir la cara en el carnoso canalillo, pero entonces su interlocutora se apartó de él.
Retiró el paño húmedo de su frente y lo dejó caer en una palangana con agua.
El campo de visión del cazarecompensas se hizo ahora más amplio.
Aquellas tetas pertenecían a una mujer de mediana edad; -¿cuarenta? ¿treintaymuchos?- y él estaba postrado en una cama individual, arropado por mantas que olían a heno en una habitación pequeña. Las paredes llenas de aparejos, las estanterías, la pequeña ventana junto a la cama. Cazó todos los detalles con apenas un rápido vistazo, sin embargo no tardó en recordar que se había desmayado justo delante de la puerta de una granja, y se relajó, sintiéndose a salvo.
-Perdone las molestias -dijo. Su voz sonó como de ultratumba. La garganta seca le hizo carraspear, y la mujer le sonrió con afabilidad, tendiéndole un vaso de agua.
-Has dormido casi un día entero - descorrió la cortina de la ventana y señaló al exterior; donde el atardecer ya tocaba a su fin. Allain siguió la mano de la mujer con la mirada y acabó de nuevo en su busto. Cuando ella lo miró a los ojos, supo que se sabía observada, porque se humedeció los labios ligeramente y se recogió un mechón libre de cabello detrás de las orejas.
-Madre; aquí tienes el agua... -una apocada vocecilla llamó la atención de Elric desde el otro lado de la sala, donde se encontraba la puerta. La joven muchacha irrumpió en la habitación llevando consigo un gran barreño humeante de agua caliente, y lo depositó en la mesa más cercana.
-Déjalo aquí. Ve ahora al corral y trae huevos para la cena, y ponlos a escalfar al fuego.-
La chica tenía los ojos puestos en Allain mientras le hablaban. Era obvio que se sorprendía de verlo despierto -sí que debía haber presentado mal aspecto- y que deseaba hacerle algunas preguntas. No obstante, su madre no dio pie a la situación, y ella se marchó sin ganas, echando atrás una mirada curiosa de cuando en cuando mientras cruzaba la habitación.
-Pensaba asearte, pero ya que te has despertado, te dejaré a solas para que lo hagas por tí mismo -dijo ella cuando su hija se hubo marchado. Colocó un paño cerca del barreño y luego le dedicó una mirada inquisitiva. -¿O tal vez necesitas ayuda?-
Allain negó con la cabeza, no muy convencido de si las intenciones de ella iban por donde él creía que iban... el cansancio de la fiebre no lo dejaba pensar con claridad. Si aquello había sido algún intento de proposición, ya era tarde, porque la mujer se había marchado, y había cerrado la puerta tras de sí.

-Y dinos, ¿a qué te dedicas? -el hombre cortó un trozo de pan y se lo llevó a la boca, acumulándolo junto con el resto de comida dentro de sus ya hinchados carrillos. Apenas acababa con un bocado, empezaba con el siguiente. Allain procuró no poner cara de asco al observar los trozos que se le caían por el pecho.
-Soy un viajero errante... -explicó. -Hago pequeños trabajos aquí, y allá -.
No era mentira. Del todo.
El padre de familia asentía convencido, mientras le tendía a su esposa el bol para que volviera a rellenarlo de patatas y huevos escalfados.
Todo deliciosamente cocinado, pensó el muchacho.
-Has ido a parar a un buen sitio. La mejor granja de la comarca. Comerciamos con ganado y verduras, nuestras tierras son de calidad -se le llenaba el orgullo hablando de sus posesiones, pero a Elric no le interesaba lo más mínimo. Agachaba la cabeza y fingía que lo escuchaba, pero miraba el plato y mojaba pan en las llemas de los huevos. Al alzar la vista hacia su izquierda, se topó con los ojos de la hija. Ella le dedicó una sonrisilla dulce a través de la cara inundada de pecas.
Qué fea es, pensó Allain.
Esas paletas separadas, ese rostro ovalado y alargado y esos ojos pequeños, eran cosas que el tiempo no haría mejorar. Era una chica fea, y punto.
-Karin, come de una vez -su padre la reprendió y ella no dudó en obedecer enseguida. Parecía muy satisfecha. Soñadora, tal vez.
Allain sabía que los pensamientos de la joven estaban con él.

El mundo ya estaba bastante falto de gente amable. Más aún el mundo del que procedía Allain, que había llevado una vida de mierda, y claro, eso había acabado por volverlo mierda a él también. Era como si lo hubieran cagado por el culo del mundo en una pocilga con la única misión de nadar sobre sus propios deshechos, y nada bueno podía salir de ahí. Y a eso andaba dándole vueltas mientras miraba el techo de la habitación, bastante sorprendido de que aquella gente tan amable le hubiera ofrecido pasar la noche. Seguramente, porque le habían visto pinta de extranjero y esperaban algunas monedas por la hospitalidad. Pero Allain no llevaba dinero encima. Se lo había gastado todo en putas el día anterior.
No lograba conciliar el sueño, no en vano se había pasado el día entero durmiendo, y ya no podía seguir ignorando los ruiditos contra la pared de la habitación de al lado. Al principio había pensado en ratones, pero enseguida desestimó la idea. Eran golpes débiles y regulares, apenas audibles. Luego reparó en la voz gimiente, que casi se perdía en la noche.
El matrimonio debía estar follando, pensó.
Imaginó a la mujer de tetas enormes, postrada a cuatro patas ante él. Sus pechos balanceándose rítmicamente mientras la jodía por detrás; y eso lo puso cachondo. La erección se abrió paso por su pantalón en apenas unos segundos y él metió la mano dentro de la ropa para empezar a masturbarse. Al otro lado de la pared, ella gimió un poco más alto. Parecía corresponder a sus deseos, como si hubiera podido averiguar que él la escucharía y se andaría tocando, imaginándola. Qué ganas de levantarse y...
El corazón casi se le salió del pecho cuando llamaron a la puerta. Se apoyó sobre los codos y dejó caer la manta para cubrirse, justo a tiempo de que se abriera. El padre de familia asomó la cabeza a la habitación y le sonrió repugnantemente. Le mostró una llave grande y herrumbrosa que bailó pendiendo de una cuerda antes de que la depositara en la estantería de la pared.
-El cagadero está por detrás de la casa, ya sabes. Por si te aprieta por la noche -dijo, y se rió. Tenía toda la pinta de un ogro de labios enormes, y encima bigotudo. Allain asintió con una sonrisa asqueada. ¿A quien coño le daban ganas de cagar por la noche...?
Cuando la puerta volvió a cerrarse él miró ahora a la pared con un interés diferente.
Si el marido estaba allí, tal vez significaba que dormían separados...
Inspiró profundamente y trató de desechar la idea.

Pero, al otro lado de la pared, ella llamó con los nudillos.


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By Rouge Rogue

1 comentario:

  1. joe... hay zorrupias hasta en las historias de malos ajajajajaj
    Nana

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