Este blog contiene narraciones con escenas de sexo explícito y violencia no basadas en hechos reales.
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sábado, 20 de agosto de 2011

CAPÍTULO 8: UNA MEDALLA VIEJA

Valiant se apoyó en el marco de la puerta y entornó los ojos, fijos en Yara.
Su silueta desnuda se apreciaba a través de la cortina de la bañera mientras ella se aseaba. La muchacha le hablaba de planes para el trabajo que tenían pendiente, pero él sólo pensaba en controlarse para no saltar dentro del barreño, con ella.
-Date la vuelta, voy a salir -dijo, poniendose en pie y escurriéndose el pelo. La mirada del joven bajó desde la sensual curva que formaba la estrechez de su cintura al desembocar en sus caderas, hacia el hueco entre sus muslos, que dejaba adivinar la sombra de un pequeño monte. Valiant cerró los ojos y suspiró, notando una sacudida en su pantalón, así que se dio la vuelta cuanto antes.
Yara descorrió la tela y salió desnuda.
Caminó por detrás del muchacho y cogió un paño para secarse torpemente. Aún medio mojada, comenzó a vestirse. Valiant echó un vistazo de reojo hacia el espejo de la pared y alcanzó a ver de refilón sus nalgas desnudas, mientras ella se agachaba para ponerse la ropa interior.
-¿No estarás mirando, verdad precioso?
-N-no, no. -Mintió el muchacho. Yara se irguió y le dió un zosco en la cabeza.
-Siempre tartamudeas cuando me mientes -dijo, y pasó por su lado en dirección a la habitación. No llevaba puestas más que las braguitas. Valiant se mordió el labio.
-No sé por qué te entran todos los pudores conmigo. Ni que nunca te hubiera visto un hombre desnuda -la siguió y se recostó bocarriba en la cama. Cruzó los brazos tras la cabeza e intentó no pensar que al otro lado del biombo estaba Yara. Yara con sus preciosos pechos al descubierto...
-Con los adolescentes no te puedes fiar...siempre están calientes -bromeó ella, y se rió. La risa de Yara era preciosa, y aunque odiaba que ella le hiciera aquella clase de burlas, no pudo enfadarse, así que no dijo nada. -Venga, no te enfuñes -dijo ella, asomando la cabecita por un lado del biombo. Sabía que a Valiant le fastidiaba no aparentar la edad que tenía. Apenas parecía un muchacho de 19, aunque casi cumplía los 25. La carita aniñada y el pelo rubio no hacían mucho por arreglarlo. -Mira, te dejo tocarme una rodilla si me perdonas... -enseñó una de sus blancas piernas; su muslo tan sexy. El ratero abrió los ojos y se incorporó en la cama, pero ella lo escondió enseguida. -Ni lo sueñes, ya veo que no estás tan molesto conmigo.
-Eres odiosa.
-Parte de mi encanto -dijo, y le sacó la lengua.
-En fin, vamos a buscar a Elric. Al final siempre se nos hace tarde por tu culpa.
-¡Tú me entretienes! -se quejó Yara. Pero cuando salió del biombo, Valiant ya no estaba allí.

Elric no había dormido bien esa noche.
No tenía dinero para pagar una habitación en la posada, y en vistas de elegir entre echarse de nuevo a robar en las calles o pasar la noche al raso, escogió la segunda opción. No por decencia o moralidad. Sino sencillamente, porque no le apetecía.
Se inclinó hacia delante en lo alto del tejado. Las palomas lo miraban con curiosidad intentando averiguar si Allain resultaba un peligro para ellas, pero el mercenario estaba tan quieto que quizás lo confundieran con una de las gárgolas que adornaban las salidas de los desagües. Tan sólo al ponerse en pie, salieron todas desbandadas hacia el cielo.

-¿Lo tenéis todo a punto? No pienso volver luego porque hayáis olvidado alguna gilipollez-Valiant andaba examinando su mochila mientras hablaba. Allain bufó y señaló a la pelirroja.
-¿De dónde has salido tú? ¿De un club de alterne? ¿Cómo se te ocurre venir con esas ropas para una incursión en el bosque?- Yara examinó su estrechísima minifalda y las botas hasta medio muslo, y apretó los labios.
-¿Qué te pasa, imbécil? ¿Te desconcentra tener una mujer cerca? No has visto muchas últimamente, ¿quizás porque tu cara de payaso las espanta?- Valiant suspiró y echó a andar calle abajo. Sacó el mapa donde tenía marcadas las pautas a seguir. La discusión de Allain con Yara se convirtió en un zumbido molesto y lejano al que dejó de atender enseguida. Acababan de salir y ya tenía ganas de llegar a casa.
La ciudad se quedó atrás hasta convertirse en un punto perdido entre el follaje de los bosques. Llegados a cierto tramo, Valiant le cedió el mapa a Elric para que lo siguiera interpretando él. No se orientaba demasiado en campo abierto.
-¿Tenéis idea de qué clase de artefacto es este que debemos recuperar? En la carta ponía que se trata de un sencillo colgante antiguo. Suena a objeto mágico... -Allain seguía mirando el mapa mientras avanzaba. Valiant trotó hasta ponerse a su lado.
-En realidad, era una medalla distintiva que pertenecía a un gran general. Un legado de familia que pasó a manos de un muchacho. En la última refriega contra los Kollar murieron muchos soldados, y uno de ellos era el que llevaba esa medalla, que no apareció junto al cadáver. Su abuela, la única ascendiente directa viva del clan, pretende recuperar la medalla para conservar el tesoro familiar.
-¿De modo que es sólo un trozo de metal pulido sin ningún tipo de valor?- Allain parecía un poco desilusionado al respecto.
-¿Qué parte de "tesoro familiar" no entiendes? -Habló Yara entonces.- ¿Esque para tí el valor de las cosas se corresponde con el oro que puedas sacar por ellas?
-Sí, justamente.
-Hay cosas que no tienen precio...
-Todo tiene un precio, niña.
-No soy una niña -la muchacha se acercó a él con ánimos de discutir de nuevo, pero Valiant alzó las manos para indicarles que guardaran silencio. Miraron en derredor, sin lograr ver nada más que árboles.
-¿Habéis oído eso...?
-¿El qué...?- preguntó la chica. Pero tan pronto acabó de pronunciar la frase, profirió un grito asustado mientras se elevaba por los aires a velocidad de vértigo. Se sintió zarandeada y aprisionada, y luego comprendió que había caído en una red. Colgando desde lo alto del árbol pudo apreciar cómo los muchachos permanecían con los sentidos en alerta, cuidando donde pisaban mientras buscaban a los enemigos.
-¡Yara, te sacaré de ahí!- dijo Valiant, y se disponía a trepar por el árbol, pero Allain lo agarró por el hombro y lo detuvo.
-No, tú lárgate. Ya están aquí, no podremos huir corriendo si la llevamos con nosotros.
-¿Qué? -la muchacha se revolvió dentro de la red y Allain no hizo nada por disimular le miraba las bragas rojas. -Maldito cerdo, ¡sácame de aquí ahora mismo!
-Yo los entretendré. Tú sigue nuestro rastro hasta la guarida, pero que no te vean -le ordenó él al ratero. Apenas asintió, Valiant se echó a correr por donde habían venido. Era condenadamente rápido, tenía que admitirlo. Luego trepó al árbol con un par de saltos y sacó la daga del pantalón para cortar la cuerda. Yara se aferraba a la red con fuerza, pero cuando se deshizo la hebra que la mantenía pendiendo de la rama, cayó estrepitosamente al suelo.
Allain saltó y cayó de pie a su lado. Luego la ayudó a deshacer los nudos de la red.
Podía escucharlos, ya estaban a escasos metros. Ocultos entre las hojas.
No tenía ningún tipo de sentido correr, pues serían alcanzados. Lo mejor era dejarse capturar. Quizás con un poco de suerte eso hasta les facilitara el trabajo.
Yara se apartó el pelo del rostro y se puso en pie, molesta con el mercenario.
-¿Qué vamos a hacer? -tragó saliva, visiblemente alterada.
-Tú, por lo pronto, ponerte bien la camisa. Se te ve un pezón.- Ella se ruborizó pero al mirarse el pecho descubrió que era mentira. Hubiera deseado darle una bofetada; sin embargo algo la distrajo entonces.

Los enemigos habían aparecido.


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By Rouge Rogue


1 comentario:

  1. Bueno, vailant si que tardo poco en largarse, por mucho que se lo diga allain... y dejo a la chica ahi colgada... yo soy ella y no le ablaba mas.

    nana

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